viernes, 22 de mayo de 2020

EL GOLPE

Dir.: George Roy Hill
1973
129 min.

Lo primero que llama la atención de la película es la ambientación. Pero lo que llama la atención principalmente es lo inteligente de su trama.

La película está hecha con unos decorados magníficos. Es maravilloso ese Chicago absolutamente decadente. Lo único lustroso son los estafadores. Toda la ciudad es gris y marrón. Esto permite que los trajes comprados específicamente para la ocasión sean tan poderosos. Es una maravilla cómo se los adivina debajo de esas gabardinas. Gabardinas de tonos iguales a los de toda la ciudad.

La película es inteligente pero también algo tramposa. Por ejemplo no tiene mucho sentido que el tipo que intenta matar a Robert Redford sea contratado por Paul Newman sin que este avise a aquel. Pero, dado el giro argumental que nos regala este asunto, se lo perdonamos. Es una maravilla la camarera. Un papel cortísimo para su peso en la película. Por otro lado es de una belleza no muy frecuente en películas de estos años. Su única arma de seducción en la mirada seria y desafiante.

La escena que es toda una declaración de intenciones es la del tren. Famosísima y no por ello menor. Esa forma de plantear todas las trampas de una forma clarísima. Es una genialidad la escena de póker. Ese Paul Newman insoportable tanto para el mafioso al que va a timar como para el espectador. Esa mirada de Floyd, el lacayo del antagonista de la nariz imposible. El propio espectador siente lo mismo que los tipos que están siendo timados. La tensión se maneja de forma habilísima y cómo se revela el pastel cae a plomo sobre la escena.

Todo el falso casino es perfecto. Es precioso cómo funciona todo de manera automática. Cómo se organiza todo y el aspecto de todos los participantes. Esa gran elegancia del tipo que vive arriba y que chiva los resultados de las carreras. Ese hombre mayor pendiente de una finísima tira con las narraciones de las carreras. Cómo se le impide apostar cuando se quedan sin dinero… Todo cuanto ocurre en ese local es una maravilla y está ejecutado a la perfección.

Por supuesto la actuación de Paul Newman es impecable. Ya sea trabajando en el tiovivo del prostíbulo o fingiendo regentar una casa de apuestas ilegales tiene una presencia apabullante siempre. El momento previo a la partida de póker en el tren es genial por su aspecto absoluto de superioridad. Esa sonrisa mientras el as de picas se mueve a su voluntad por toda la baraja.

Es bonita esa máxima de que para que un golpe sea perfecto, el timado no puede saber que ha sido timado. Cómo van a conseguir esto es una incógnita hasta un minuto antes del final. Esta es otra virtud de la película. Diez minutos antes de que la película termine aún no se ha llegado a la escena final donde ocurrirá la apoteosis.

La música con los intertítulos da en general una atmósfera tremendamente trabajada y con resultados impecables.

Hay una cosa muy sorprendente y es que los estafadores acaban bien. Son los protagonistas de la película y como tales deben terminar bien. Esto está justificado por la sociedad americana en tanto que el estafado es otro estafador. Pero al fin y al cabo también engañan a la policía.

La violencia es muy poco explícita. Los tiros que se dan tienen una sangre rojísima, lo suficiente como para no asustar a nadie. Si bien esto se ve extrañeza no resta efectividad al tiroteo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario