viernes, 17 de septiembre de 2021

EL HOMBRE ELEFANTE

Dir.: David Lynch
1980
125 min.

Se suele señalar como una película alejada del resto del universo de Lynch. Pero la verdad es que la Inglaterra del Siglo XIX es el lugar idóneo para el Lynch más temprano enamorado de las fábricas. La cámara se distrae mucho más de lo que sería lógico en los vapores de la ciudad y en los fuegos de las lámparas de gas. Toda la película es muy ruidosa, siempre hay zumbidos por lo bajo.

Los momentos de esa fantasía entre la madre y un elefante son los más reconocibles en el imaginario de Lynch. En particular ese sonido que es una mezcla entre barrito y grito humano. El otro momento estelar en el que se apela a la madre es en el suicidio final de Merrick. La cámara avanza por un cielo lleno de estrellas y aparece el rostro de la madre enorme. Uno de los momentos en los que más se rompe con el tono de la película.

La pareja de protagonistas es una delicia. Ambos tienen actuaciones soberbias. La elegancia del doctor es maravillosa, ese abrigo largo, siempre con chaleco, la barba perfiladísima. Es una imagen muy cuidada y la película se encarga de que la veamos. Con respecto a John Merrick, es obligatorio admirar ese maquillaje. Quizás por el brutalismo de las formas, pero nunca luce falso.

Con respecto a la amistad que ambos fraguan tiene bastante interés. Merrick agradece al doctor, Treves, el trato que le ha dado. Tarda muchos minutos de película en atreverse por primera vez a llamarle amigo. Y el propio Treves no tiene una amistad purísima hacia Merrick. Se le cuida en el hospital a cambio de que toda la alta sociedad de Inglaterra le visite. Esta dicotomía ya la había planteado antes el feriante. Cuando un hombre le increpa en la feria y le llama inhumano él responde que de qué iba a vivir si no. En esa primera ocasión aparece como un argumento cruel para Merrick, pero lo cierto es que justo es esto lo que le salva y lo que le procura el respaldo de la reina.

Me gusta mucho que la película se busque sus propios conflictos y no necesite que sus protagonistas actúen inconscientes de su situación. Se agradece mucho que, aunque frustrante, el secuestro no sea culpa de Merrick. Él es un hombre que agradece demasiado todo lo que tiene como para echarlo a perder. Ama todo lo que su nueva vida le da.

Las músicas en general no son tristísimas, a pesar de que la trama se presta perfectamente a soportarlas. Por el contrario son músicas que recuerdan más a un cuento. En particular suenan al Danny Elfman de Burton. Es bastante propia de Burton la escena inicial en la que el médico anda entre las casetas de la feria buscando al hombre elefante, andando como alguien mucho más distinguido que todos los que pasan por ahí. En particular la escena en la que se cuelan muchas personas a su habitación. La música es atronadora y suena circense. La música por cierto y el sonido directo es atronador muchas veces. No tengo claro si realmente es algo buscado. Por ejemplo es clara la diferencia de sonido entre los pasillos del hospital y los despachos.


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