viernes, 12 de junio de 2020

LA PRINCESA MONONOKE

Dir.: Hayao Miyazaki
1997
133 min.

Trata una guerra entre los humanos y los dioses del bosque. Pero la película dedica mucho tiempo a labrar su mensaje ecologista lo cual lastra muchísimo la narrativa de su épica. En los momentos donde la batalla debiera lucir la película agoniza de forma desesperada. Se rompe el ritmo tantísimas veces que no importa cuán salvaje sea el especto de los animales agonizantes, nunca son capaces de levantar una escena de acción.

Pero esta guerra tampoco funciona demasiado bien. De forma bastante simplista los humanos necesitan recursos del bosque y éste se enfada con ellos por su actitud conquistadora e imperialista. ¿Dónde está el fallo? Que el bosque tiene dioses que los humanos conocen pero no veneran. Son dioses con muchísimo poder ya que son capaces de hacer resucitar a un bosque entero. Sin embargo la pólvora es suficiente para que los humanos estén en superioridad bélica. Esto consigue que no terminemos de comprender el conflicto entre ambas comunidades y que pierda fuerza al no ser conscientes del enfrentamiento real.

Para hacer aún más cuestionables las decisiones humanas hay una pequeña guerra civil donde hay un enfrentamiento entre humanos. Nada muy interesante que solo sirve para hacer una especie de alegato feminista que tampoco lleva a ningún lado. De alguna manera las mujeres son las que guardan el poblado como ha ocurrido históricamente y para propiciar que aparezcan más tiempo en pantalla muestran cómo lo defienden. Buenas intenciones pero en un momento en el que la trama tiene su atención en otro lado. De nuevo un lastre.

El cuanto a la dialéctica entre hombres y bosque, el mal y el bien, se representa de forma muy clásica. La muerte es una sustancia petrolífera, los hombres queman el bosque en hornos, en fuego… La resurrección es cristalina, es agua… Los demonios gusanos… Nada muy interesante en este sentido.

Al poco de empezar la película vemos algo que llama la atención. El protagonista poseído por un demonio del bosque lanza dos flechas cercenando los brazos a un enemigo y decapitando a otro. Esto se muestra de forma muy explícita. Es cierto que no se recrea en ello pero sí se ve mucho más de lo que esperaríamos de una película de Studio Ghibli. Me gusta mucho el resultado y es enormemente inesperado.

En muchas películas de Ghibli aparece un desfile de seres mitológicos. Pero más que sagrados son mágicos. No ocurre así en esta ocasión. Todos los seres que aparecen están relacionados con dioses y les deben respetos y demás sumisiones que me resultan muy poco atractivas. En este sentido me recuerda a la tragedia más clásica. Hay muchos personajes aquí que no funcionan nada bien. Por ejemplo los propios dioses. Son seres muy feos por lo general. Todos los cuadrúpedos son difíciles de mirar. Los lobos, que son un animal de elegancia infinita, son feos. Por no hablar de la voz terrible con la que habla el lobo. Es muy desagradable de escuchar. El Dios de la vida y la muerte tiene cuerpo de ciervo y cara como de simio, un diseño espantoso. Los jabalíes son feos también…

Los únicos personajes que son agradables de ver son los seres blancos de tres únicas manchas negras configurando su cara. Mueven su cabeza de forma mecánica con un sonido adorable. Me gustan mucho, tienen un movimiento muy infantil. Por otro lado es interesante la primera aparición de los monos. Con movimientos que apenas se corresponden con las voces que emiten. Hay que decir que se nos presenta estos seres cuando su peso en la historia es anecdótico.

Hay algunos guiños al espectador muy viscerales. Por ejemplo se agradece que muestren de forma tan macabra el acto sádico del cazador de guardar la cabeza de su presa. Es bonito también que en una sociedad política anterior al Estado moderno el pueblo ataque a sus militares. Son momentos muy breves pero que producen un placer en las entrañas que se agradece después de tantos y tantos minutos de insoportable película.


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