viernes, 14 de mayo de 2021

DESAYUNO CON DIAMANTES

Dir.: Blake Edwards
1961
115 min.

Es la historia de un amor imposible. Pero no en un sentido trágico: realmente no hay ninguna justificación por la que esos dos personajes deban enamorarse. Puedo entender cierta atracción por las dos partes. Pero esa apuesta radical por un cambio de vida es absolutamente impostada.

Puedo entender que él sienta este impulso masculino de ayudar al desfavorecido. Pero una cosa es instinto de protección y otra muy distinta es desbaratar su vida de esa manera. Empieza a actuar como un reflejo exacto de Holly. No es que él sea alguien que lleva una vida de represión. Por lo que parece es escritor mantenido por una amante suya. No parece la clase de persona que se amolda a un canon de comportamiento que le dicta su sociedad.

La atracción que ella siente por él… ¿quizás se deba a que es pobre? Hasta donde sabemos es la única diferencia con las “ratas” con las que sale normalmente. Esos hombres que le pagan 50 dólares por su compañía. Por otro lado la película juzga con mucha ligereza esta estafa continua a la que Holly somete a toda persona de su alrededor.

La película tiene ciertos elementos dignos de mención. Por ejemplo la desnudez de Holly como telón de fondo. Hay muchísimas escenas en las que ella aparece tapándose, dejando claro que estaba desnuda en su casa. Tiene una bañera haciendo las veces de sofá. Tiene un teléfono en una maleta para que no moleste. Cuando sale con el brasileño llega a casa con dos banderillas de torero y una capa. Brindan con champán en una taza. Los tapones de los oídos con borlas y el antifaz con pestañas postizas. Tiene una escena muy poco interesante en la que rompe todo su apartamento al recibir la noticia de la muerte de su hermano. La escena termina con un plano cenital de su habitación, una lluvia de plumas de cojín y la sobra de las piernas del brasileño en la puerta de la habitación. Vemos a Holly estudiar en una biblioteca pública con gafas de sol. Es conocida, y con razón, la mirada por encima de las gafas de sol cuando una stripper muestra los pechos. Hay que decir que hay un punto machista en este sentido ya que la comedia está en que una mujer muestre interés por un aspecto sexual.

El piso de él es una ofensa a todo criterio estético. El plano siempre está a rebosar de cosas. Cosas feas. Un teléfono dorado con motivos vegetales espantoso. Unas cortinas imposibles de entender. Una cama con sábanas de seda infinitamente brillantes. Una máquina de escribir casi siempre ociosa. Y el elemento más hortera de ese apartamento: la amante de Paul. En su última aparición lleva una capa a cuadros azules a juego con una falda igual de espantosa.

Es divertido pero demasiado caricaturesco el vecino japonés que amenaza constantemente con llamar a la policía. Si la vida de Holly se supone que es una rutina, es imposible de creer que nunca haya llegado a denunciar ese ruido. Por otro lado, ¿ningún vecino del portal ha escuchado antes todo ese jaleo?

Hay algunas escenas filmadas con maestría. Por ejemplo la fiesta con toda la burguesía de Nueva York en el diminuto piso de Holly. Hay un muy buen sentido del ritmo y los volúmenes están muy bien equilibrados. La famosísima boquilla de Holly funciona muy bien. No sólo como elemento disonante en su vida, además funciona de localizador para ella. Entre tantas cabezas siempre sobresale ese cigarrillo guiando la mirada del espectador.

También funciona muy bien la tensión que se genera con el robo en la tienda. Se engaña muy bien al espectador pero el cierre es muy poco satisfactorio. Sin embargo resulta difícil disfrutar de este momento porque es imposible creerse la actitud tremendamente infantil de los dos protagonistas. No menos infantil es el desenlace de la película con un beso bajo la lluvia y un gato entre los dos enamorados que, al igual que el espectador, no quiere presenciar aquello.


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