viernes, 9 de julio de 2021

LOS OJOS SIN ROSTRO

Dir.: Georges Franju
1960
88 min.

Hacía tiempo que no veía una imagen tan icónica en una película como la protagonista de esta. Todo el mundo que haya oído hablar de la peli conoce el aspecto de la protagonista. La primera escena en la que aparece pospone todo lo que puede el momento de mostrar su cara. Por un momento temí que esta fuera la baza principal de la película y que la cultura popular fuera a arruinar todo lo que la película tenía guardado. Pero no. Pronto vemos la cara de muñeca que será la protagonista.

La primera escena de la película es cómo una mujer se deshace de un cadáver. No hay diálogo en esta escena y solo vemos un Citroën en la noche estupendamente iluminado. La música que suena tiene el aire típico del cine francés. Esto es una música bastante animada. Este es el tema que caracteriza a la ayudante del profesor cada vez que va a cometer algún delito. Decididamente no es la clase de música que nadie habría puesto en una escena así. De hecho hasta que no vemos al cadáver ser arrastrado con el peso de un cadáver, no somos conscientes de la gravedad de la situación. Aunque esta escena no sea perfecta tenemos cosas maravillosas como la chaqueta negra brillante y chirriante.

La trama es realmente sencilla y se desarrolla sin muchas sorpresas. El acierto de la peli está en no recrearse en ella y prestar atención a los elementos estéticos donde tiene mucho que aportar. Para empezar nos maravillamos con la magnífica fotografía. La imagen no tiene ningún rastro de grano. Los colores grises intermedios están capturados con una nitidez asombrosa. La iluminación es muy acertada muchas veces aunque excesiva en algún momento puntual. La imagen está siempre en foco. Impresiona mucho, por ejemplo, el perfil de la mandíbula del tipo que trabaja en la morgue. Esta escena termina con un padre de una hija desaparecida recibiendo un chorro de luz procedente de los faros del coche del profesor en un plano estupendo.

Hay dos actuaciones que son especialmente buenas. Las de los dos protagonistas. El profesor solo con su voz ya llena cualquier escena en la que hable. Además el francés tan vocálico y sucio como es colabora mucho en este aspecto. La otra gran actuación es la ergonomía de la chica sin cara. La primera vez que la vemos moverse con la máscara da una apariencia de muñeca de porcelana absurdamente frágil.

Por poner alguna pega, la trama hacia el final de le película es más detallada de lo que nos gustaría. Nos imaginamos muchas de las cosas que van a ocurrir y sin embargo se nos explican más lentamente de lo que podría. Esta crítica es legítima solo porque antes el nivel de explicación ha sido muy acertado. Por ejemplo ese momento de la chica sin cara acariciando las paredes desnudas de su mansión que solían tener espejos.


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