viernes, 25 de noviembre de 2022

CUANDO FUIMOS BRUJAS

Dir.: Nietzchka Keene
1990
78 min.

En general aburrida. Dos hermanas hijas de una bruja se van a vivir fuera de su pueblo para que no las quemen como a su madre. Una de ellas se casa con un hombre cuya esposa ha muerto. Se convierte así en la madrastra de Johan. El punto donde enfrenta a la narrativa tradicional es que la madrastra no es bruja: lo es la otra hermana, Björk. La madrastra efectivamente intenta hacer conjuros, pero nunca consigue nada: no consigue que el niño olvide a su antigua madre, el hombre se enamora de ella sin que hayan hecho falta hechizos, el padre se entera de la muerte del niño a pesar del conjuro que hace con su dedo…

A pesar de que apenas llega a los 80 minutos, la película se me hace muy cuesta arriba. Las transiciones entre escenas parecen toscas. No es sólo que sean abruptas, es que a veces ni siquiera se trabaja un cambio en el sonido ni en la banda sonora. En general el sonido tiene problemas a lo largo de toda la película.

Diría que la única imagen que queda grabada es la del niño que muere cayendo por un acantilado. Su madrastra entonces le corta los dedos y le cose la boca. Está grabado de forma menos tétrica de la que esperaríamos del cine moderno europeo. Ella deja el cuerpo del niño en el agua y vemos su cadáver en el fondo del río, con su pelo rubísimo flotando y los peces mordisqueando su cara. Este momento recuerda al plano del fondo del río de “La noche del cazador”.

Hay una serie de cuentos acerca de estar ligados a pájaros y a cuervos que me resulta confusa y muy poco interesantes. Diría que por este lado lo más impactante es cuando la madre bruja se le aparece a Björk y muestra un vacío en su pecho. Cuando ella mete la mano en ese agujero el siguiente plano es una bandada de pájaros.


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