viernes, 11 de noviembre de 2022

MODELO 77

Dir.: Alberto Rodríguez
2022
125 min.

A ratos parece que la película tiene que pasar por todos los tópicos de las cárceles del tardofranquismo. De esta forma los temas quedan mencionados pero muchas veces no llegan a problematizarse. Ello hace que el protagonista adopte una actitud de observador bastante distante dado lo luchador que él es. En particular estoy pensando cuando en la cárcel se introduce la heroína. Él lo mira y hará que se vuelva crítico con el nuevo orden carcelario, pero como no es el tema de la película parece que es un tema que sólo se observa y contra el que no se puede luchar. De igual modo ocurre cuando el médico le dice que es homosexual. Se menciona el tema para denunciar lo arbitrarias de las penas franquistas. Pero por cómo aparece, queda como un dato que nunca se recogerá. Parecido con las chinches la primera noche que duerme ahí.

La estética de la película me gusta mucho. Quizás la imagen más poderosa sea la del protagonista colgado del enorme rosetón que preside su módulo. Me gusta mucho cómo sus ropas y sus pantalones de campana dibujan su silueta. Esta imagen corona el típico relato del novato de la cárcel que termina siendo un experto del centro. En esta película se plantea al inicio de forma provocadora llamándole turista. Casi como ocurre en “Barton Fink”. Me gusta que la trama más política y reivindicadora de la película palie el relato típico carcelario que estamos hartos de ver.

En general todo el ambiente antifranquista es muy poderoso. La estética de bigotes, camisas y jerséis de intelectual izquierdista. Me gusta cuando recorre el patio señalando a los grupúsculos políticos. Me gusta también la problemática de convencer con octavillas a los presos; unos presos que en su gran mayoría no saben leer ni escribir.

Es interesante el equilibrio que mantiene la película entre posicionarse a favor de los derechos de los presos y no dejar de condenarlos por sus actividades delictivas. Así hay una primera tanda de presos liberados que son los presos políticos. Cuando por fin los funcionarios de prisiones dejan de imponer su despotismo, la cárcel se convierte en un lugar mucho más peligroso de lo que era.

Me gusta mucho el papel que hace Javier Gutiérrez. Quizás por su muchísima presencia en la ficción española contemporánea resulta cansino verle a pesar de lo bien que actúa. En esta película ese efecto no se da. Por lo bien caracterizado que está, por los planos que no permiten que se aprecie su corta estatura y, en general, por lo difícil que es ver en esa interpretación los personajes que suele hacer resulta una delicia. También en la misma celda está el personaje de el negro. Tiene una forma de dominar la escena impresionante. Una gracia de acento andaluz, unos movimientos, una alegría… Entiendo que este es un recurso fácil para que nos encariñemos de él y tenga más carga dramática su temprana muerte.

La música es tremendamente efectista y efectiva. El momento del motín, encima de la gran cúpula de la cárcel. Apenas unos acordes sostenidos de órgano atronador. Es muy emocionante este momento. Cuando en los créditos finales se nos muestren las imágenes de los presos reales que captó la prensa, aún resulta más emocionante.

Cabe señalar lo satisfactorio que para los instintos más animales del ser humano ver una paliza a un policía. Claro, en esta película además se ha cargado mucho la paciencia del protagonista, recibiendo paliza sobre paliza. Me gusta mucho su astucia. Estirando las costuras al sistema democrático incipiente. Rozando la muerte para que los médicos le permitan lo que necesita. Aunque quizás le resta humanidad al personaje, también me gusta que no decepcione a sus compañeros de rebelión.

Los secundarios son magníficos. El tremendo bigote de Tejero. Un personaje que al que le viene perfecta esa dicción suya a ratos artificial. El policía que siempre acompaña al protagonista. El jefe de la prisión. Catalina Sopelana haciendo de novia quizás no sea la mejor intérprete, pero tiene unas escenas que le favorecen mucho. Además ella es la última imagen que vemos. Es cierto que cierra así una historia que no es la principal y que el enamoramiento que ella tiene del protagonista por haberse convertido en una celebridad no es lo que más nos encaja.


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