viernes, 18 de noviembre de 2022

PACIFICTION

Dir.: Albert Serra
2022
165 min.

Lo que no es de ninguna manera es provocadora. Es convencional en casi todos sus aspectos. El método de Serra se nota en algunos aspectos por supuesto. En particular esta forma en la que los diálogos surgen delante de la misma cámara. Nos creemos por completo la espontaneidad de lo que nos cuentan.

Con respecto a esta visión originalísima del tema del colonialismo, me cuesta verlo. Sí, es cierto que vemos una relación con los indígenas como de un mandamás que tiene que aplacar a las masas. Les trata como sus gallos de pelea para el espectáculo que monta. Extorsiona a la Iglesia. Un poder que podría recordar al que veíamos en “El buen patrón”. Pero no creo que sea una posición suficientemente peliaguda como para que resulte rompedor para la moral burguesa.

Me gusta mucho la chica que le acompaña. De mandíbula angulosa, brazos definidos… Tremendamente atractiva. Tiene la naturalidad propia de los personajes de sus películas, pero no tiene un papel demasiado interesante. Me gusta también las tersísimas pieles del pecho de los indígenas. Hay aquí una posible reflexión ya que siempre que vemos a los autóctonos están al servicio de los blancos.

Quizás el único personaje interesante sea el protagonista. Así acapara minutos en pantalla como el que más. Con una actitud, que recuerda a la del propio Albert Serra. Casi se diría que el actor ha hecho suyo el famoso método y se ha permitido jugar en todas sus escenas. Tiene una especie de bamboleo casi siempre que a veces lo convierte en caricaturesco.

El tipo americano que apoya la lucha de los indígenas tiene mucho poder en pantalla. No sé si es su nariz y su delgadez extrema, lo impertérrito ante todo lo que sucede… En última instancia el argumento de la película es una paranoia en la que hay toda una conspiración que el propio protagonista cree en la que el americano es agente de la CIA. Que yo recuerde, la primera vez que se plantea la paranoia es una escena en la que el protagonista mira un edificio en ruinas desde las que dos supuestos agentes celebran que baje en espiral hacia la locura.

Aunque su momento estelar es cuando la película está intentando alcanzar un clímax que queda bastante pomposo y vacío. Ahí el protagonista se da un baño de luz (luz como metáfora de estar desvelando todo el entramado político que hay en la colonia). Desde la banda de un campo de fútbol observa la escena el delgadísimo americano, todo vestido de negro en una preciosa silueta.

Sale aquí el actor que hacía de Sancho en “Honor de cavalleria”. Si en aquella película hacía poco, en esta su participación es casi de masa.

Con respecto a la arenga a los marines que se dirigen a hacer el lanzamiento de la bomba nuclear no tiene un interés genuino. Entiendo que es un discurso potente y por eso se coloca como cierre. Pero la verdad es que resulta menos interesante cuando ya nos han explicado que aquello es un delirio del protagonista.


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