viernes, 20 de enero de 2023

LA BATALLA DE LOS SIMIOS GIGANTES

Dir.: Ishirô Honda
1966
90 min.

Un barco es atacado por un calamar gigante. Aparece un simio gigante y mata al calamar lanzándolo al agua. Después hunde el barco. No se vuele a mencionar al calamar.

Cuando el ejército se convence de que hay un simio que es enemigo público un tipo hace una llamada al experto en simios gigantes. Desde este momento la gente sabe cosas sin saber muy bien de dónde le viene esta información. El científico es el único occidental de la película. Es experto en simios gigantes porque ha investigado uno que está suelto en las montañas de Japón. ¿Por qué es experto en simios? ¡Sólo existe uno en el mundo! Después descubrimos que no, pero él aún no lo sabe.

La verdad es que el aspecto del simio gigante siendo un bebé es para verla. ¿De dónde ha salido ese simio? ¿Lo han generado genéticamente? No sabemos nada. Se descubre que hay un simio de agua (verde) y un simio de tierra (marrón). La película, quizás siguiendo la estela de otros clásicos del género de monstruos, decide no poner nombre a ninguno de los dos. Para poder hacer referencia a ellos se dice por una radio a partir de ahora los llamaremos simio gigante verde y simio gigante marrón. Estrategia habilísima para situar al espectador.

Por arte de magia se descubre que esos simios se reproducen por células que pierden. Se plantea la posibilidad de que, dado que cambian la piel constantemente, pueda aparecer otro simio en cualquier momento. Pero esto no influye en la trama. Es como una amenaza que existe y con la que nunca interactúan. Se dice que no les pueden disparar por si sangran y se sentencia: sería peor el remedio que la enfermedad. Traducción que resulta rarísima en una película japonesa.

Nos cansamos un poco de ver los constantes ataques a esos señores con disfraces que son los simios. Hay un momento en el que les preparan una trampa con pistolas, láseres y cables. ¡Electrifican todo un río! Está el monstruo verde agonizante y llega el marrón, toca el agua electrificada, no le pasa nada y salva al verde. Nadie entiende nada. Ni siquiera se entiende la relación que tienen estos dos seres. Se supone que el marrón es pacífico pero el verde no. Por la pelea final no podemos pensar esto…

El ejército es un gran protagonista. Pero los tanques son caros. ¿Solución? Maquetas. La verdad es que es agradable de ver. Pocas veces es creíble. Se muestran torres de electricidad y láseres que parecen sacados del futuro de “El dormilón”. En cierto momento se quiere hacer un primer plano a las orugas de un tanque, pero claro para ejecutar esto hay que hacer un plano desde cerquísima ya que es primer plano a las ruedas de una maqueta, es imposible enfocar esto y así lo vemos en la película. Es precioso ver un helicóptero moverse hacia el simio y al verle empezar a retroceder ¡Moviéndose hacia atrás!

En este ejército hay un tipo cuya labor es contestar al teléfono y después hacer un resumen al general. En cierto momento otro tipo debe llamar al cuartel desde el monte. Para que el espectador vea su radio a la espalda hace un giro tan evidente que no podemos sino reírnos.

Los monstruos en la ciudad siempre están entre maquetas. No terminan de funcionar, el efecto es muy raro. Más que simios gigantes, parece gente bajita al lado de edificios chiquititos. El mismo efecto en el bosque funciona mucho mejor. Podemos saber fácilmente si vamos a ver pasar a un simio por el fondo porque a los personajes de primer término les rodea de repente un aura de croma azul.

En algún momento se ha mencionado que van a usar armas químicas para matar a los simios. Al final de la película llueven bombas sobre los simios. No sabemos si son armas químicas pero surge del mar una especie de volcán amenazador que pretende hacernos pensar que el problema no ha acabado. Tampoco tenemos muy claro por qué ese volcán podría ser peligroso.


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