viernes, 5 de enero de 2024

Z

Dir.: Costa-Gavras
1969
127 min.

Pasada la introducción la película resulta muy satisfactoria. Tras unos minutos en los que ha crecido en nosotros la rabia hacia el Estado policial que se nos presenta, pasamos a ver lentamente cómo se descubren los trapos sucios y corruptelas de esa estructura. Con paso firme la extrema derecha se revela totalmente miserable, mafiosa y violenta. Los altos cargos militares sucumben ante el Estado de derecho… Todo ello sin que ninguno de los personajes positivos se alce como gran héroe. El juez, Jean-Louis Trintignant, es sin duda quien protagoniza la épica cruzada, pero la película tiene una cierta soberbia al mostrarnos que actúa despolitizadamente y buscando la justicia.

El letrero que aparece al inicio ya revela el tono subversivo y reivindicativo: Cualquier parecido con hechos reales y personas vivas o muertas no es accidental. Es intencionado. Disfruta mucho la película de mostrar a los altos cargos militares recibiendo gravísimas acusaciones. Justo antes de la entrevista con el juez se nos muestra un primer plano de las insignias ante las cuales la justicia no se achanta. La verdad es que es una maravilla, a pesar de lo fácil y lo previsible, ver al General de la Policía escuchar sus acusaciones. Es muy bonito cómo segundos antes ha cavado su tumba al repetir la frase guionizada que los ejecutores ya habían dicho.

Los momentos de acción son una absoluta maravilla. Parece que esta espectacularidad se la guarda para momentos muy concretos. Las cargas policiales contra la manifestación ante la casa de Z o toda la violencia tras el discurso pacifista tienen a muchísimas personas en escena. La persecución al motocarro es una maravilla. Con una iluminación perfecta teniendo en cuenta que es una escena nocturna. También es perfecta la secuencia del intento de atropello con el Volkswagen Escarabajo. La música es trepidante y del todo mediooriental.

Al inicio, cuando se está planificando todo lo relativo al acto de Z la película me resulta un parloteo continuo. Muchos nombres. Esto, la verdad, es que no se llega a abandonar nunca, pero me dejo llevar por la trama.

Hay un movimiento de cámara omnipresente: un movimiento rotatorio alrededor de dos personajes que hablan para saltar el eje. Esto se puede hacer en las estancias amplias. Pero el dinamismo nunca se pierde: tampoco en el despacho del juez, en el que la máquina de escribir suena al ritmo de la música. Me gusta mucho el plano de la bola con los caracteres y en su centro la majestuosa Z.


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