viernes, 12 de enero de 2024

CREATURA

Dir.: Elena Martín
2023
112 min.

Es una maravilla. Está escrita con mucha delicadeza. Hay muchos diálogos que me gustan mucho. Creo que los personajes hablan con mucha sinceridad. Creo que se aleja de estereotipos a la hora de tratar los problemas que trata. Las relaciones son mucho más complejas que problemáticas. Me gusta que el padre se sienta alejado de su hija pero no indiferente, no se cierra a lo que no comprende. Cuando ella quiere hablar acerca del poco cariño que se manifiestan, él se siente incómodo y se marcha de la habitación. Pero esto está hecho de una manera preciosa. Yo me he reído mucho en esta escena.

La otra escena que recuerdo con mucho asombro es la conversación que tiene la pareja protagonista y que termina en ruptura. Él le dice después de haberlo pensado mucho que el problema de esa relación es que no excita a su pareja. Pero todo lo que sucede aquí es una maravilla. Veo sentimientos muy complejos expresados de la mejor manera que ambos saben. Cada uno expone su posición, pero no hay superhéroes de los sentimientos que todo lo aguantan, no hay una gran lucha de egos. Creo que hay dos personas con sus ritmos tratando de entenderse. Está muy bien rodada, muy bien interpretada y muy bien escrita. Se usa una casi imperceptible música. Se construye un momento muy delicado.

Con respecto a la sexualidad femenina, me parece que se reparten muy bien las culpas. Creo que la posición de la abuela según la cual las violaciones son culpa de las chicas casquivanas se expresa, se juzga duramente, pero ello no se tematiza. Es algo que estaba en la sociedad pero no la regía. Por el contrario, lo que la afecta más directamente a la protagonista es el hecho de que el chico que le gusta no quiera salir con ella porque la llaman guarra. Me gusta también la manera en la que la fuerzan a mantener su primera relación sexual.

Diría que lo que me permite acompañar a la protagonista en su adolescencia sexual es que ella no rechaza el sexo, no rechaza a los hombres. No es un mundo del que abdique. Aunque su relación con el sexo sea tormentosa nunca se resigna a abandonarlo. Así tenemos esa escena con interpretaciones delicadas en la que las dos adolescentes se quedan mirando a un exhibicionista en internet. Me gusta porque ni siquiera se habla de si les gusta lo que ven o no. Sólo vemos sus caras encandiladas. Es una escena que no juzga a sus personajes.

Cuando un hombre que a ella le gusta se le acerca en una fiesta, ella disfruta la situación. Pone sus límites. Él trata de ir más allá. Ella quiere pararle los pies, pero no quiere dejar de divertirse. Me gusta que ni él aparezca como un depredador ni ella como una víctima:

— ¿Sería mala idea si te intento dar un beso?

— Peor idea que el franquismo.

Siempre que se lee acerca de esta película el adjetivo incómodo aflora tarde o temprano. Lo cierto es que no hay nada que ocurra que sea particularmente escandaloso. Una niña muy pequeña siente excitación genital. Esto sobre el papel no tendría gran repercusión. Lo que resulta muy difícil es verlo en la pantalla. Digamos que lo terrible es ver a una niña pequeña involucrada en esa situación. Nos aliviamos pensando en que la directora no ha cogido a una niña cualquiera de la calle, que hay unos padres que han dado el consentimiento para que aquello se rodara.

La sexualidad infantil hoy en día está muy en boga y ha tenido una relación cercana al discurso progresista por lo menos desde el 77. Siendo una película independiente que necesita una cierta repercusión para poder hacer taquilla, yo sentía un cierto temor casi morboso por saber hasta dónde se recrudecía la apuesta. Cada vez que la trama volvía al pasado lo que veíamos se convertía en cosas más y más explícitas. En ese sentido fue un alivio cuando la película terminó.


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