viernes, 5 de marzo de 2021

DESEANDO AMAR

Dir.: Wong Kar-Wai
2000
95 min.

La historia es una maravilla, el cariño a sus personajes es magnífico y derrocha conocimiento del lenguaje. Casi lo considero un precedente que es imposible ignorar para hacer cine después, pero por lo menos occidente ha conseguido seguir rodando como si no existiera.

La información se dosifica con maestría. Se deja a todos los elementos hablar. Todo es narrativo. Las coincidencias ocurren para que la trama avance, nunca para generar conflictos que nos hagan salir de la historia. Dos matrimonios se mudan a la vez a dos habitaciones que alquilan. El señor Chow se enamora desde el primer momento de la señora Chan. La maravilla es cómo se nos plantea esto. Se hace disimuladamente. Unas pocas miradas y ya está narrado. Pareciera que, dado que esta es la trama, no se puede hacer muy espectacular desde el primer momento para tener más adelante cosas que contar. Pero después descubrimos que la trama tiene mucho más que esto.

Se nos explica con una habilidad asombrosa que la señora Chow tiene al señor Chan como amante. Pero descubrimos esta información y justo en ese momento está presente la señora Chan, que no lo descubre. De esta forma nos llega a la vez la información y la lástima por la mujer que está siendo engañada. La señora Chan llama a la puerta de su vecino para hablar porque se aburre. Al ver que él no está en casa se marcha a la suya y escuchamos que de dentro de la casa del señor Chow suena —¿Quién era? —Tu mujer. A ninguno de estos dos personajes se los llega a ver.

Los planos breves en negro para terminar las escenas dan un ritmo muy concreto a la película. Uno tarda un poco en acostumbrarse a ellos. La película en general es lenta, pero tiene los planos rápidos propios de su década. Las escenas aparecen como capítulos en general sin transiciones. Se dan las unidades de información justas. De hecho la recurrencia de elementos es lo que debemos usar para seguir la cronología.

Una de las escenas magnas de la película es una cena en un restaurante; luz fría, paredes verdes. Los protagonistas tienen una conversación donde se hace explícita la infidelidad. Esta da un giro a la película. A partir de aquí su relación se vuelve algo muy concreto: deben ayudarse mutuamente a superar las infidelidades. La escena aunque sólo sea por el ritmo de la cámara es muy especial. Se vuelve inquieta, nerviosa. Hay más paneos de los que habíamos visto hasta ese momento. Con esta información, sus acciones están muy vigiladas por el buen comportamiento. Su relación de amistad casi infiel debe mantenerse en superioridad ética estricta con respecto a la otra. No podemos ser como ellos.

La música juega un papel brillante. Ese tres por cuatro en pizzicato que nos avisa de que van a ocurrir cosas, aunque sólo sea jugar con la tentación. Se hace así que un termo para guardar tallarines sea símbolo de la infidelidad. La primera vez que se resalta este elemento es bajando las escaleras al bar, a cámara lenta. La cámara lenta también es reseñable porque pierde ligerísimamente la continuidad del movimiento. Esto genera una sensación de difícil descripción. En particular es llamativo el efecto que produce en ella ya que ese cuerpo tan alargado y finísimo adquiere una cinemática curiosa.

Pero además tenemos los boleros: “Aquellos ojos verdes”, “Quizás, quizás, quizás” y “Te Quiero Dijiste”. Dan una calidez a la escena como sólo la música hispanoamericana sabe. Así se produce el maravilloso dueto del hotel que él paga para poder regocijarse en su tentación y los boleros. Las paredes, suelo y cortinas de un rojo absurdamente intenso. Un pasillo que recorrer hasta llegar a la habitación. Las dudas de si quedarse o no. Antes de esta pareja se asiente ahí, la otra pareja infiel ha estado en una de esas habitaciones.

Es una maravilla el episodio en el que comiendo fideos ella debe quedarse toda la noche y el día siguiente entero porque afuera en el salón están jugando al mahjong y no pueden descubrir la infidelidad que no es tal.

El epílogo puede parecer lento pero es una aceptación de un noviazgo que no pudo ser. En ese sentido recuerda a historias de amor fracasadas como “Retrato de una mujer en llamas” y “Call me by your name”. A diferencia de estas dos, “Deseando amar” no hace más drama que sus protagonistas. Él entra en cólera al haber perdido las zapatillas que guardaba de ella; como todo, la película lo muestra como anécdota. Es una maravilla de nuevo la repetición de elementos. Ambos, con vidas más avanzadas vuelven a aquel edificio a mirar por la ventana donde solía vivir el otro.


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