viernes, 26 de marzo de 2021

HAZ LO QUE DEBAS

Dir.: Spike Lee
1989
110 min.

La película arranca con una pretendida fuerza que se deshincha. Mujeres negras se mueven con gran expresividad corporal, golpes con todo el cuerpo muy enérgicos. Los colores son rojos y brillantes. Todo busca construir una gran fuerza. Visualmente se consigue. El obstinado Fight the power pierde fuerza con el monótono ritmo de hip-hop.

La película es realmente ambivalente. Juega con la dicotomía Malcolm X y Martin Luther King. Con frecuencia símbolos de la lucha racial violenta y pacífica respectivamente. El mensaje que se busca es una apología para Malcolm X. Para ello se utiliza un pobre pero clarísimo recurso: antes de los créditos finales vemos trozos de discursos de ambas vertientes. Ambos contra la violencia (salvo la que se ejerce en defensa propia). La persona que reivindica la lucha violenta por motivos raciales es, literalmente un blanco retrasado. Y es un blanco retrasado quien habla continuamente de Malcolm X y Martin Luther King y pervierte su mensaje.

El final es muy apocalíptico y está muy bien cocinado. Se menciona continuamente a lo largo de toda la película que el clima es cálido. Vemos a una comunidad negra en Nueva York. Aunque la película se desarrolla un sábado, todo el mundo se intuye perezoso. Los únicos que trabajan son una familia de italianos que tienen una pizzería muy querida en el barrio y el protagonista, Spike Lee. A este último el verbo trabajar le queda grande.

La moralidad de muchos personajes es muy dudosa. Hay racismo por parte de los negros hacia los chinos que tienen una tienda en el barrio. Hay un comportamiento muy patriarcal por parte del protagonista. Patriarcal por lo controlador con su hermana se encarga de llevar dinero a su hijo pero sin colaborar lo más mínimo en crear una familia. Hay una incitación a la violencia, escándalo, desprecio por lo ajeno. Hay onanismo mirando las blanquísimas zapatillas nuevas. Hay un episodio en el que unos chicos abren una boca de agua y empapan a un hombre blanco en su Cadillac descapotable. Ahí la policía se vuelve amiga de los negros porque es lo que provocaría menos revuelo social.

Sin embargo la película se posiciona claramente en una dialéctica entre ciudadanos y policías. Lo que mata al tipo con la radio gigante es la brutalidad policial, no el racismo. La respuesta de la ciudadanía es contra los italianos. Son evidentes las referencias a la noche de los cristales rotos. Y los chinos se libran de esta violencia por muy poco.

Lo cierto es que los instantes posteriores al asesinato del tipo de la radio son muy complejos y se retuerce mucho la moralidad de todo cuanto ocurre. Se habla de apartheid en la película pero los negros hablan reivindicando esta segregación en el barrio. El tipo de la radio, en general, era alguien poco querido en el barrio. El otro compañero que llega a montar bronca lo hace con pretextos absurdos y tampoco es muy querido. El pizzero no es ningún héroe para la comunidad negra. No tiene problema con mezclarse con ellos aunque los ve como diferentes. A pesar de todo, repito, es un hombre querido en el barrio. Ese asesinato dispara una suerte de conciencia de raza que termina con la pizzería en llamas.

A la mañana siguiente el protagonista va a su antiguo jefe, Sal, a por dinero. Era un empleado lamentable pero Sal lo había defendido. Él había roto el vidrio del local. Sal no se lo reprocha. Él va a por dinero porque es lo que su hijo necesita. Cuando su jefe le paga el doble de lo que le debe él trata de devolvérselo. Cuando Sal lo rechaza él se lo lleva. No es ningún idealista realmente necesita el dinero. Lo hace sin dudarlo. Realmente hace lo que debe.

El barrio está construido de forma muy llamativa. El ambiente de ese lugar es claramente distinto a cualquier otra comunidad que se haya visto en el cine. Ayuda mucho los edificios rojísimos, con una saturación exagerada. A la vez la iluminación tiene un tratamiento muy curioso. La imagen está oscurecida un poco para poder iluminar muy bien a los negros que necesitan una luz distinta a los blancos. Esa mujer que vive sentada en su ventana. El alcalde, un alcohólico pacífico. La forma de hablar de los vecinos. No solo la jerga, también el tono, los gritos, la expresividad de todo el cuerpo…

Hay un dinamismo que se consigue con el odio a la verticalidad, con los movimientos de cámara de igual cadencia que sus personajes. Por ejemplo la primera vez que aparece la tremenda radio aparece en un primerísimo plano pero sin corte, es un giro de cámara. Muy potente. Otro elemento que pinta el aire del barrio es la voz del locutor de radio interpretado por un tal Sam Jackson. La L. aparecería después.

Hay una pátina de cine de los hermanos Coen. A lo mejor es debida a la presencia de John Turturro. Pero hay más, esa violencia en todo cuanto ocurre. La aparición de personajes mientras la cámara los rodea…


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