viernes, 12 de marzo de 2021

EL COCHECITO

Dir.: Marco Ferreri
1960
85 min.

La película se debate entre la crudeza del argumento y la ternura de Pepe Isbert, que en los títulos de crédito aparece como José Isbert. Con música entre melancólica y festiva se le ve pasear por Madrid con paso lentísimo. Al llegar a su destino y le reprochan que ha llegado tarde dice: He venido tan rápido como he podido.

Vemos a Anselmo, un hombre de clase más bien acomodada pero sin ser rico. Hay un precioso plano secuencia en el que le vemos andar por su casa, aburrido. Se pasea por la cocina, opinando acerca de la comida que está haciendo. Entra al despacho de su hijo, un procurador a pedirle a su bisyerno, José Luis López Vázquez, el Marca mientras una mujer cuenta un problema legal. Pasa por una ventana que da a un patio interior en cuyo alféizar hay una gallina. Regaña a la vecina dueña de la gallina que la recoge con una cuerda.

Esta forma de filmar en plano secuencia y moviéndose con habilidad por los estrechos pasillos de la casa recuerda al cine de la Nouvelle Vague. Es realmente muy bonita esta coreografía. Y esta forma de llenar el plano con personas. Hay un momento en el que el Anselmo persigue al tipo de la ortopedia hasta el fondo de la casa. Es larguísimo y es preciosos cómo cada vez es todo más pobre: lo que se ve al público es un establecimiento limpio y cuidado. Pero a los pocos metros se convierte en un establo. Todo esto se desarrolla mientras escuchamos al anciano rebajar sus pretensiones. Como un niño que pide que le dejen más rato jugar con su juguete, negociando una semana, 5 días, 3 días…

Sus amigos están todos impedidos y tienen sillas de ruedas con motor a combustión. Él, como puede permitirse andar, no tiene cochecito. Toda la película son sus enormes esfuerzos por conseguir que su familia le permita tener el cochecito. El diminutivo no es casual. En la película se insiste mucho que el señor mayor se comporta como un niño. Y el cochecito es un capricho. Los primeros niños que vemos en la película molestan a dos ancianos. Y todo lo que hará el protagonista hasta conseguir su cochecito es molestar.

Hay una escena muy tachable moralmente pero muy saciante a nivel de clase social. El hijo de una familia noble con múltiples discapacidades se sienta en la mesa del servicio con su chófer y Anselmo. El segundo invitado por el primero porque donde comen 300 comen 301. Ese hombre no recibe ningún respeto por nadie y Anselmo es colmado con todos los platos, mariscos y puros. El discapacitado sin embargo no puede comer nada por un problema digestivo. Cuando terminan de comer decide llevarse una langosta para disfrutarla en su paseo ya que no puede comerla.

La película es tremendamente ruidosa. Las conversaciones se cruzan y muchas de ellas a penas se entienden. Se escucha todo el rato a Anselmo protestar. Rogándole a cualquier persona que le pueda conseguir su capricho. La gente teniendo preocupaciones y él mirando por su bien. Pero todo cuando hace nos resulta muy emotivo. Casi vemos como un personaje negativo a su hijo, la persona más afanada en hacerle entrar en razón, cuando realmente es el personaje más sensato de la película.

Es bonito ver el Madrid de esta película. Con vacas en los portales, hay un tipo que tiene un taburete atado a la cintura para poder ordeñar. Discapacitados pintando por una limosna frente al museo del Prado. Un campeonato mundial de motos para discapacitados en el Retiro. Gente yendo al campo y teniendo a apenas unos cientos de metros unas casas en construcción.

El plano final es precioso. Después de haber vendido las joyas de su difunta esposa, haber intentado fingir una necrosis en las piernas frente a su familia (precioso momento en el que se hace el cojo mientras dice ¡ay que me caigo! Grita que en esa casa no tiene ninguna dignidad. Que a ver si tiene suerte y se muere en la cama.) y, en última instancia, haber envenenado a toda la casa huye de Madrid. Le para una pareja de guardias civiles y le hace girar para volver a Madrid. Esto está grabado con mucha elegancia porque el mismo giro que hace él lo hace la cámara. Su última preocupación en saber si en la cárcel podrá tener su cochecito.


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