viernes, 24 de febrero de 2023

AMANECE, QUE NO ES POCO

Dir.: José Luis Cuerda
1989
106 min.

Es la segunda vez que veo esta peli. La primera vez que la vi no me gustó demasiado pero, dado que está muy arraigada en el imaginario colectivo por lo sorprendente que es y por las frases icónicas, había aprendido a guardar un buen recuerdo de ella. Al verla tenía miedo de que ya nada fuera sorprendente y que todos los chistes fueran los que todos conocemos de memoria. Aunque en algunos trozos sí ocurría esto, la película está tan sembrada de estos gags que siempre hay sorpresas.

El esquema de la gran mayoría de chistes es sencillo: un elemento muy llamativo que está fuera de su lugar. Por eso hay tanta repetición del chiste del intelectual en el campo. Por ejemplo el mítico en este pueblo hay verdadera devoción por Faulkner. Aun así lo admirable de ellos es la desvergüenza con la que aparecen.

Las interpretaciones son bastante correctas. No son en absoluto naturales y ninguna escuela de cine podría decir que son buenas. Sin embargo por ser personajes tan caricaturescos y por tener reacciones tan poco esperables son muy efectivas. Una de las mejores, aparte de Resines y su padre, es el Guardia Civil, Saza. Resulta un personaje muy autoritario. La vocalización típica de las películas españolas más antiguas dota de cierta solemnidad al personaje que hace más cómicas sus frases fuera de lugar.

Hay un detalle muy poético en la valentía de esta película y es que las cosas tan curiosas que pasan no es que sean anécdotas, son el día a día del pueblo. Explica un sistema en el que todos los personajes están metidos y nadie se asombra particularmente de nada.

Cuantas más veces se ve la película aumenta la expectativa por los chistes que conocemos. Casi los esperamos por su musicalidad. Así la frase de Alexandre diciendo a su hijo el cura me parece a mí que tenéis un cuajo… aparte de ser un gag magnífico para el diálogo acerca del ayuno, tiene una entonación que cierra la escena.

Estas son la case de cosas que a mi generación más gustan. Por lo general las generaciones mayores están más interesadas en los chistes más genuinos. Me refiero por ejemplo a cuando el médico elogia cómo un hombre se muere. —¿Y sufre? —A la fuerza. ¿no te das cuenta de que se le va la vida? Esta es la clase de chistes que menos funcionan por lo menos para mí y, sobre todo, con la repetición.

El gusto por la película se vuelve casi poético. Nos gusta oír Me cago en el Misterio, el examen de la ingle la ingle en Andalucía y el clavel, el elogio a la calabaza, —Queremos que la muchacha sea comunal. —Y turgente —¡Que turgente ya es! Esto a Luis Ciges le viene muy bien. Esa entonación artificiosa hace que se genera una situación muy rara durante sus diálogos. Todos los personajes van bastante más rápido que él. Claro, el absurdo de la película es capaz de sostener esta situación, pero no creo que sea algo buscado.

No se habla mucho de la música de la película. Me refiero a las cuerdas sintetizadas que abren y cierran. Los créditos iniciales hay que admitir que son muy feos y que lucen muy antiguos. Se entiende la inspiración en “La guerra de las galaxias”, pero aquí se mueven con muy poco dinamismo. La música sin embargo es muy emotiva. Muy acorde con el cariño que pone la película en el pueblo que nos presenta. Cuando sale el sol no entre dos riscos, como todo el mundo espera, sino por el otro lado, vuelve a sonar. Podría destrozar a Saza. La irreverencia para con la Guardia Civil podría ser feroz. En su lugar, mira la estampa con mucho cariño.


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