viernes, 10 de febrero de 2023

¡JO, QUÉ NOCHE!

Dir.: Martin Scorsese
1985
94 min.

Traducción terrible del título original “After hours”. Película de Scorsese donde se retoman temas como la hostilidad de la ciudad nocturna de “Taxi driver (1976)”. En este caso en forma de comedia. Sí, te ríes. Pero ante todo es delirante. El guión es maravilloso. Sin nada especialmente loco, se van sucediendo las adversidades hasta conseguir una noche infernal.

Ocurren cosas muy maravillosas, oníricas, como una mujer que duerme con la cama rodeada de trampas para ratones. Por otro lado perfectamente iluminadas. Cada una de ellas tiene su propio foco. Es una imagen pesadillesca, que podría haber salido de “Cabeza borradora (1977)”. Un club nocturno que en apenas una hora pasa de ser un hervidero punk a ser un local prácticamente vacío. El recuerdo de toda esa gente vestida con cadenas y cueros parece en este punto un sueño al que tampoco podemos conceder demasiada credibilidad. El hecho de que haya una mujer viviendo en un sótano cuyo único acceso esté dentro del local…

Quizá el elemento más trepidante que son los vecinos persiguiendo a Paul porque lo consideran un ladrón sea lo menos medido. Se va más de madre. Entiendo que añadir en este punto el camión de los helados busca ser un chiste más. Es de lo poco que me chirría.

Es atractivo el sonido del segundero que apremia al protagonista que quiere volver a su casa para dormir. Un sonido muy sucio, casi parece de muelles más que de una maquinaria perfecta. El diseño sonoro es impresionante. Se abre y se cierra con música de Mozart, pero por el camino asistiremos a sonoridades bastante etéreas.

Puede resultar un poco anticuado que todos los personajes femeninos con los que se cruza el protagonista sea objetos de seducción para él. Sobre todo cuando una cualidad de la película es su imprevisibilidad. Nunca sabes las intenciones de los personajes a no ser que sea femeninos, en cuyo caso o bien Paul quiere seducirlas o viceversa. Del mismo modo, los hombres homosexuales siempre son hostigantes. De hecho serán quienes conformen la turba que le persigue por las calles.

La primera chica con la que entabla conversación es un personaje muy inquietante. Por lo que nos cuenta entendemos que lleva una vida tortuosa. Pero claramente lo que nos desasosiega es ese nervio en la mirada. Esa forma en la que no terminamos de dilucidar sus intenciones. Esa forma en la que le guiña un ojo al irse a la ducha. Cómo le ofrece un porro, abandona la habitación y cuando vuelve le regaña por haberse levantado. Hay algo oscuro en esa persona que no se concreta nunca. Cualquier dato que se nos da de su vida es para enmarañar todo más.

Es muy divertido que el protagonista termine convertido en una estatua de papel maché. La primera estatua que vemos, la que está creando la amiga de Marcy escultora, se convierte en un elemento que simboliza la angustia. Una especie de evocación pesadillesca que atrae la mirada del protagonista cada vez que atraviesa ese espacio diáfano. Él terminará completamente asimilado a esa terrible expresión. Es muy divertido ver la cara del muñeco que se diseña. Esos ojillos divertidos que albergan una mirada ya en este punto totalmente desquiciada.

La parte final sí que claramente es una sucesión de gags. Pero en general muchos de los chistes aparecen en silencios prolongados solo un poco de más. Simplemente para que el espectador se dé cuenta de la frase que acaba de escuchar. Porque todo el mundo realiza su papel como si nada raro ocurriese. Son las reacciones incómodas de Paul las que nos obligan a alucinar con los seres con los que se va cruzando. Otra forma frecuente de presentar los chistes es disimulados en una conversación a veces incluso con carga emocional. Me refiero por ejemplo a ese momento en el que el camarero intenta convencer a Paul que no tiene por qué volver a ver a la desquiciada camarera: ¿Qué va a hacer? ¿Suicidarse? Igualmente riéndose de que esta mujer es bastante tonta él termina de garabatear un número de teléfono que sabe que no va a utilizar nunca y según termina dice: ¡Genial! Faltan números.

No pasa desapercibido que el elemento concreto que más le condena es la falta de dinero. Es increíble lo hostil que se vuelve la ciudad cuando uno no tiene dinero. No hay dónde resguardarse de la lluvia. No hay forma de recorrerla de una punta a otra. No se tienen amistades que te puedan hacer un favor…


No hay comentarios:

Publicar un comentario