domingo, 20 de octubre de 2019

LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES

Dir.: George A. Romero
1968
96 min.

Voy a empezar llorando porque en mitad de la película la pista de audio en versión original ha decidido convertirse en versión doblada. Esto conllevaba una notable decadencia en el sonido. Meterse en la película ha sido ya muy difícil porque una parte de mi esperaba que volvieran las actuaciones originales con el mismo misterio con el que se habían ido.

Pues forma igual de repentina parece el primer muerto viviente. Es una de las mejores escenas iniciales que ha visto nunca. La película va sobre muertos vivientes porque lo dice el título. No hay factor sorpresa por este lado. Sin embargo el tercer personaje que parece ya es un ser muerto. De hecho se bromea acerca de que pueda serlo, como no han pasado ni cinco minutos de película llegamos a creer que pueda no ser un hombre peligroso. Cuando se revela un muerto viviente vemos una cara sin apenas maquillaje, solo un traje que le viene pequeño, palidez, delgadez y una mirada perdida. Esto aparecerá en casi todos los monstruos de la peli. Son unos muertos vivientes realmente elegantes. Otro elemento muy interesante en la idiosincrasia de estos seres es que de lo único que se asustan es del fuego. El paralelismo con el infierno es evidente.

El desarrollo de la película va siempre muy fluido. Hay las típicas discusiones de película de supervivencia que no nos interesan mucho. Hay quien se preocupa mucho por el bien común, un tipo muy calvo presta más atención a su integridad física y la de su familia. Este tipo probablemente sea la mejor interpretación de la peli, gritando y cogiendo unos enfados memorables.

La gran virtud de esta película es que realmente el peligro no deja de aumentar nunca. Es frecuente en estas películas que sea una sucesión de peligros de los que se escapan de maneras más o menos ingeniosas hasta que se le acaba la imaginación al guionista. En esta película realmente nunca llegan a sentirse a salvo. Siempre los muertos van en aumento y cada vez están más cerca. La niña zombi que aparece de forma más repentina aparece cuando ya está condenado. No es un peligro nuevo el que termina con su vida. Nuestros protagonistas ya estaban perdidos antes de este giro de guion.

Estilísticamente es una delicia. La cámara siempre inquieta, la imagen con una definición no perfecta. Se graba casi siempre de muy cerca porque en el plató no hay más espacio. El estilo es maravilloso. Es cierto que el mítico plano de las manos apareciendo entre los tablones no aparece con tanta contundencia como cabría esperar por su fama. Pero sí es muy bonito ver cómo se descomponen esas manos al ser golpeadas.

El sumun de esta falta de concesiones a la trama lo tenemos en el crudísimo final. El final trágico ni siquiera se presenta como tal. Una sociedad armada ha impedido un final feliz pero nadie lo sabrá nunca. No hay ceremonias para el último superviviente. Las imágenes se congelan y se convierten en fotografías llenas de grano y de hombres blancos con escopetas.


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