viernes, 19 de febrero de 2021

EL CABALLO DE TURÍN

Dir.: Béla Tarr
2011
146 min.

Es una película que lleva al límite de la paciencia al espectador. Me ha aburrido. Pero no tanto como sus dos horas y media podrían haberlo hecho. De hecho, la primera mitad de la película provoca más bien impaciencia por que ocurra algo. Según se acerca el final, observas abnegado que no va a ocurrir nada.

No me parece de recibo que la máxima tensión que aparezca en la película sea ver si una mujer se come una patata o no. Los momentos de la comida son muy desasosegantes, el hombre se abrasa intentando comer su patata lo más rápido posible y ella la come lentamente y nunca la termina. ¡Su única comida diaria es una patata y ni siquiera entera!

El primer plano del caballo tirando de la carreta con el viento nos da una música horriblemente disonante, nos da el viento y nos informa de que los planos largos serán una constante. Ahora vemos cómo una vida que parece el infierno y que no puede ir a peor, va consumiéndose. Pero para ello el espectador tiene que esperar mucho.

Es muy desasosegante el final y muy llamativos los cambios del silencio de la casa con respecto al estruendo del exterior. Casi es decepcionante que en el final no ocurra nada muy reseñable. Todo va enfocado a un apocalipsis que ha llegado a la casa también. Parece que tendrán un final trágico. Realmente esa tensión no se libera en ningún momento. Solo vuelve a haber una última comida con patatas sin cocer.


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