viernes, 19 de julio de 2024

FIESTAS CRISTIANAS / FIESTAS PROFANAS

Dir.: José Val del Omar
1934
51 min.

La imágenes que resultan insólitas son las de la Semana Santa de Lorca. No se parecen a nada que hoy consideramos Semana Santa. Hay personajes disfrazados, ángeles, demonios… Demonios negrísimos y haciendo gestos grotescos casi como los que veíamos en “Häxan. La brujería a través de los tiempos (1922)”. Es carnavalesco. Los angelotes se pasean subidos a carrozas. Contrasta la abundancia de estos seres con la ausencia de las figuras reconocibles de los Testamentos. En este segmento de Lorca hay un plano de situación en el que podemos ver la escalera de la Colegiata de San Patricio destruida en 2024.

El segundo segmento es el de la Semana Santa de Murcia, algo más parecido a lo que esperaríamos de una Semana Santa. Me llama la atención que los pasos procesionales no tengan el vaivén típico de los pasos de Semana Santa; que tengan un avanzar mucho más continuo.

Los trajes serían algo normal si no fuera por los capuces. En vez de tener la forma cónica esperada más bien tienen forma de aleta. Supongo que es por la pobreza del patronaje de la tela. Aunque he de decir que en estas urbes no se percibe pobreza en sus gentes. Sí, hay quien mira pasmado a la cámara, pero no parece una sociedad particularmente atrasada. Otra cosa muy llamativa de estos desfiles procesionales es que hay gente tocando el violín. Para más inri estas personas van vestidas de penitente y no con uniforme de banda.

En general la fotografía es pobre. Quizás pueda culparse a la calidad de la copia exhibida que en general estaba visiblemente dañada. En cualquier caso la baja nitidez tiene un efecto muy potente en las escenas nocturnas: la luz que ilumina las imágenes procesionales y las filas que las acompañan será potentísima comparada con la negrura carente de cualquier definición. Cuando se enfoca a la virgen acercarse al fondo parece una bola de luz informe y muy poderosa. El camarógrafo quizás consciente del efecto de estas luces decide explotar sus reflejos en el agua. Imagen anodina a la que se dedica más metraje del que requiere.

Cuando la cámara se acerca más en detalle distinguimos que no se trata de una gran masa de velas: muchas de las luces son eléctricas. Que lo sean en la imagen no es sorprendente, pero sí es inusual que también las tulipas de las filas lo sea. Por supuesto no son los leds que hoy podemos estar acostumbrados a ver. Son bombillas con forma de bombilla y a las que llegamos a ver parpadear como cuando el contacto de una bombilla falla.

Por último vemos fiestas de primavera. Tiene cosas muy sorprendentes como la riqueza de los disfraces. En general ver imágenes gran parte del Siglo XX en nuestro país es sinónimo de precariedad. Podemos ver unos desfiles exuberantes y, en el plano siguiente, ver a los vecinos rellenar cántaros en la fuente de la plaza. Me gusta su habilidad para sintetizar lo que la primavera representa. Se hacen desfilar campos de trigo, instrumentos para hacer mermelada o disfraces asombrosamente grandes de orugas. Para que el espectador pueda realizar esta asociación de ideas antes de centrarse en el festejo hemos visto las orugas intercaladas con los carteles que nos avisan de que estamos en primavera.

Hay una carroza que me resulta muy cómica. Unas personas vestidas de piloto fingen conducir un coche, obviamente, antiguo. La cámara no parece percatarse de que debajo de las ruedas de este coche hay otro tripulante de la carroza que agita las piernas fingiendo que ha sido atropellado por el coche. Como digo la cámara parece ignorarlo y se centra en los conductores que nos saludan. Ello aumento el efecto cómico cuando el espectador descubre ese cuerpo retorciéndose en la parte baja del cuadro.

Antes de que las fiestas pasen a ser las protagonistas hay una serie de imágenes en las que las heroicas Misiones Pedagógicas llevan a los pueblos proyectores y profesores. Lo que me ha resultado más interesante de este segmento es ver avanzar el coche por caminos imposibles. Tanto que uno sospecha si no los han metido ahí sólo para tener las imágenes para ennoblecer su labor. También es curioso ver a las mujeres con la rudeza que uno esperaría de la ruralidad española agitando odres o manejando el arado.


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