viernes, 5 de julio de 2024

SAMSARA

Dir.: Lois Patiño
2023
113 min.

Tiene toda mi simpatía. Obligar al público a mantener los ojos cerrados durante varios minutos bien merece el apelativo que se le va dando de experimental. Lo cierto es que el resultado no llega a cotas deslumbrantes. Sí es encomiable que fuerce a la sala a cerrar los ojos. De hecho narrativamente está bien traído. Desde la butaca nos apetece percibir el viaje astral que propone. Además se utiliza la pantalla de cine como un elemento indispensable. Se necesita que los destellos de luz sean de gran tamaño para llegar a percibirlos a través de los párpados.

Aunque sea lo más característico de la película, lo que la hace diferente y su propuesta más atrevida, la película no pretende vivir de ello. Es una secuencia situada en mitad del metraje. Separa sus dos partes. Durante la primera mitad se nos prepara para este momento. Desde Laos se apela varias veces a lo espiritual del budismo. Se nos lee el texto budista de “Bardo thodol”. Con palabras vagas se apela a un viaje en el que el alma del difunto busca un nuevo cuerpo. Junto con los letreros iniciales que advierten de las escenas estroboscópicas esperamos que algo esté por venir. Pero cuando nos desplazamos a Zanzíbar no se vuelve a apelar a la filigrana que se acaba de marcar.

Con respecto al contenido de los dos fragmentos documentales hay momentos bellos, interesantes, de gran valor antropológico y hay momentos que se hacen pesados. Recuerda inevitablemente al cine de Apichatpong Weerasethakul. Por supuesto la primera parte en Tailandia nos hace pensar en “Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas”. No sólo por la cultura monacal, sino por la dependencia de los bosques y el agua. El plano más bello de la película es, sin duda, la gran cascada en cuyas piedras se alzan las pequeñas figuras naranjas de los monjes budistas. Es una imagen imponente.

La segunda parte también tiene una estética muy particular. La fotografía cambia por completo. Dejamos los oscuros bosques y pasamos a soleadas playas. Agua azulísima, arena de playa blanquísima. Me llama poderosamente la atención las figuras femeninas, totalmente cubiertas de telas, calzadas con zapatillas deportivas occidentales. Metiéndose en el mar y mojando tanto el calzado como sus trajes.

Resulta interesante el testimonio de las mujeres que trabajan recolectando algas. Hablan de su oficio y explican que el agua residual de las piscinas de los hoteles turísticos es un riesgo para las plantas que les da sustento.

La fotografía en esta segunda parte hace algunas cosas inexplicables. Por ejemplo en el lado derecho del cuadro aparece una especie de destello rojo que forma una franja vertical.


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