viernes, 26 de julio de 2024

ORFEO NEGRO

Dir.: Marcel Camus
1959
103 min.

Las escenas del baile de carnaval tienen una fuerza increíble. Las mujeres bailando expresan un disfrute contagioso. Léa García, la prima de Eurídice, es una persona totalmente llena de alegría. Sonríe con una boca enorme. Se lo pasa bien bailando, se divierte con su novio medio bobo. Es una maravilla verla. La otra gran bailarina, cuyo cuerpo devora la cámara es Mira, interpretado por Lourdes de Oliveira. Mientras la samba suena incansable ella agita todo su cuerpo. Su momento más espectacular se da cuando se enfunda su disfraz de carnaval, con el que luce un escote típico de la época victoriana.

Las escenas nocturnas tienen una puesta en escena maravillosa. Las figuras están iluminadas con una luz potentísima y el fondo queda totalmente a oscuras. Los personajes corren mientras se gritan los respectivos nombres. Es toda una sorpresa ver la acción con tantísima claridad a la vez que podemos percibir claramente que es de noche. Por supuesto esto se da con las figuras humanas, pero también con las guirnaldas o el incesante confeti que cae sobre los personajes. Por supuesto en las escenas ultramundanas, cuando Orfeo se adentra en el infierno este recurso resulta muy útil. Me gusta cómo cada vez que se necesita que algo represente el infierno, se coloca una luz roja, indiferentemente de si está ascendiendo o descendiendo las escaleras.

La muerte de Eurídice se hace de forma desnudísima. La muerte que la anda rondando tiene unos movimientos gráciles como nadie más los tiene en la película. Una teatralidad extraña. Pero todo este personaje es extraño, ¡que su expresividad vaya acorde con él! Cuando están frente a frente la película se calla, veníamos del estruendo percusivo del desfile de carnaval. Es un contraste muy potente.

Desde que ella muere hasta que la película termina yo pierdo el interés. No recordaba la hazaña de Orfeo de descenso a los infiernos y la famosa prohibición de mirar atrás. Como no estaba esperando estos acontecimientos yo me sentía un poco perdido. Más aún cuando, de repente se abandona el ambiente onírico en el que nos habíamos sumergido en ese edificio burocrático lleno de los papeles de las personas desaparecidas. De repente nos adentramos en un rito con santos cristianos, plantas que se fuman… Si esto hubiera aparecido en otro momento de la película, habría sido muy interesante. En este punto a mí ya me habían perdido un poco. Veía a Orfeo contemplar el rito con una concentración obsesiva y yo no terminaba de entender qué estaba buscando.

Los protagonistas viven en una colina de Sao Paulo. Es muy bonito ver cómo cuando la acción se desplaza a la zona urbana vemos mezcla racial. En particular los cargos funcionariales los ejercen blancos. Cuando la fiesta está en la colina la multitud es unánimemente negra. Desde lo alto tenemos planos muy llamativos como aquel en el que la cámara está por encima de un avión que despega. Me gusta también cuando la cámara graba en picado. Orfeo lleva a Eurídice en brazos y el mar, con los barcos, parece casi una pared vertical tras ellos.


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