viernes, 20 de diciembre de 2024

HONOR DE CAVALLERIA

Dir.: Albert Serra
2006
110 min.

Es indudable que la búsqueda de experiencias a la que aspira Albert Serra nos lleva por un desierto de aburrimiento en muchas ocasiones. La sensación de realismo que esto produce es muy genuina. Es mayúsculo el efecto si lo comparamos con las películas personalísimas que pueblan nuestro cine. Llenas de salones y conversaciones casuales.

Aunque durante la película no caemos en la cuenta de ello, queda como elemento totalmente icónico la figura de este Quijote, callado, andando, mirando y rompiendo la calma del monte para decir Sancho. Y es que estos momentos son la gran magia de la película: los discursos que Quijote le suela al pobre muchacho. Este eterno torrente que nunca transmite nada.

Es maravillosa la actitud paternal con la que le empieza a explicar a Sancho que mientras dormían ha llovido porque hay caracoles. Hay algo precioso en esta escena porque sabemos que obviamente en esa localización no ha llovido en los momentos anteriores al rodaje. Así Quijote señala unos caracoles que obviamente no están ahí. En la ficción de la película sí están, no hay motivo para dudar de ello. Pero es tal el realismo de la escena que verle señalar algo que no existe mientras le explica al pobre Sancho que está despistado y que está siempre dormido es muy bonito.

No quiero enumerar todos los diálogos pero lo mismo ocurre en la escena del río. Eso es una absoluta maravilla. Quijote hablando de lo cómodos que están, de lo buena que está el agua. Sancho ahí siguiéndolo. Si no tuviéramos la obra de Cervantes respaldándola, sería totalmente incomprensible qué hace ese hombre ahí. El caso es que en esta escena el delirio de Quijote es muy bonito de ver. Parece que tiene dos conceptos con los que jugar y los va soltando según decide juntarlos.

El tan admirado por Albert Serra cine digital está muy presente. Quizás el momento más heterodoxo sea cuando un zoom digital buscando sabe Dios qué movimiento entre las hiervas del monte. Ahí escuchamos el motor del objetivo al acercarse a lo que esté enfocando. El grano de las imágenes oscuras se lleva a unos límites absolutamente demenciales. Según cuánto rato lleve jugando con nuestra paciencia nos resultará más o menos interesantes. Por ejemplo cuando va una comitiva de hombres llevando a Quijote enjaulado nos interesa bastante poco. Porque aquí la película lleva mucho rato avanzada. Pero en el plano en el que las dos figuras están totalmente desdibujadas llega en un punto en el que nos sorprendemos de que se haya diseñado un plano para llegar a ver la luna moverse.

Cosas como la conversación con Albert Pla o la admiración de un roble sin ningún motivo pero con un aura de espiritualidad que no había tenido la película me sobran bastante.


No hay comentarios:

Publicar un comentario