viernes, 13 de diciembre de 2024

HOUSE

Dir.: Nobuhiko Ôbayashi
1977
88 min.

Antes de que haya necesidad de trucos para representar hechos sobrenaturales, ya tenemos un montaje extrañísimo. Se busca marcar una irrealidad todo el rato. Por supuesto todos los cielos que vemos son pintados, pero este hecho se vuelve innecesariamente explícito cuando se bajan de un autobús y vemos un bonito cielo con unas bonitas montañas. Al cambiar el valor del plano vemos que esto está dibujado en un muro que está en mitad del campo. ¡Lo absurdo es que el paisaje real en este momento es igual de artificial que el que está dibujado!

Hay transiciones de escenas muy locas. Por ejemplo, una chica abre la puerta y el plano anterior se rompe haciéndola aparecer tras él. La madrastra, a la que la chica odia, aparece por primera vez tras la cristalera de su terraza, con unos cristales ligeramente deformantes. Hay efectos de este estilo todo el rato, muchas veces muy inexplicables. En un alarde de virtuosismo veamos a una chica que sufre el ataque violento de unas sábanas rodada desde debajo del suelo. Éste se vuelve transparente y entre la chica y la cámara sólo vemos las teóricas marcas de los tablones de madera.

Para presentar a los personajes protagonistas tenemos una típica escena en la que se hablan las unas a las otras trazando sus personalidades a grandes rasgos. De esta manera sabemos qué caracteriza a cada una y sus nombres. Minutos después, más tarde de lo que ningún canon aceptaría vemos una secuencia en la que la cámara enfoca cada rostro y un letrero nos dice el nombre de cada una.

Hay decisiones incomprensibles constantemente. Por supuesto las escenas de lucha son absolutamente caóticas. Supongo que la violencia se intenta generar por mero aturullamiento. Mucho movimiento y poca precisión coreográfica. Digamos que esto lo admitimos como propio del género de arte marcial japonés. Pero se rompe el tono de muchas escenas. Tenemos elementos estimulantes en segundo término. Los momentos más truculentos están acompañados de efectos de todo tipo…

Siempre es de manera muy velada, pero hay un erotismo que aparece de vez en cuando proyectado sobre las adolescentes muy incómodo. Por ejemplo cuando llega la escena de psicodelia absoluta, en la que el croma alcanza su máximo esplendor, vemos un cuerpo femenino fragmentado. Uno de los cachos que vemos es un torso, suponemos que adolescente, desnudo.

Precisamente como me ha demostrado que la imprevisibilidad es parte de la película, los momentos más oscuros consiguen darme miedo. Cuando una niña mira frente a frente a una muñeca, me espero lo que sea. Es el mismo efecto que consigue Lynch. Hay un momento particularmente lynchiano en el que la chica protagonista se mira al espejo y toda su silueta y su reflejo se envuelven en llamas.


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