- Dir.: Rodrigo Cortés
- 2021
- 103 min.
Una visión académica de “Birdman”. A aquella se le alabó el uso del plano secuencia para representar el caos de las tramoyas de un teatro, pero se le criticaba que se utilizara durante toda la película. Aquí tenemos planos secuencias cuando se recorren los pasillos del teatro y desaparece cuando nos metemos en escena. Sin embargo la película explicita el plano secuencia en su inicio. Empieza con la cámara fuera del gueto. Atraviesa de forma imposible los cables del tranvía y salta el muro. Seguiremos a la protagonista hasta que logra entrar al teatro. Ya dentro del teatro cuando por fin han terminado los títulos de crédito desaparece el plano secuencia.
A pesar de ello, los movimientos de cámara se vuelven más artificiales en esta película. Especialmente al final, según aumenta la tensión (que no es tanta como el montaje pretende) la cámara empieza a hacer acrobacias que parecen sacadas de Gaspar Noé. En general hay muchos trozos de película donde el montaje es demasiado rápido para llegar a ver a los actores.
Y digo ver por compasión. Porque entre los pasillos del teatro no se ve nada. Es algo intencionado porque la idea es dejar dos únicos lugares con luz en el helador gueto: el camerino donde hay una niña cuyo trabajo es añadir melodrama a la trama y el escenario. La luz del escenario busca que nos creamos los rótulos iniciales de la película, que nos aseguran que esos actores podían hacer olvidar al público que estaban en el gueto. Malamente nos podemos creer esto cuando el teatro es asaltado por soldados alemanes.
El caso es que por si esta idea no había quedado clara a lo largo de la película, la mujer más veterana del grupo teatral echa un discurso al público. Grita de forma desmedida que la actuación es lo que ellos son. Es una actitud que no cuadra con el descreimiento de este personaje que habíamos visto hasta entonces. Si no fuera por el drama de la huida del gueto del novio de la protagonista y su hermana pequeña, esta escena sería directamente ridícula.
Con respecto al triángulo amoroso que está montado en la compañía está el hecho de que se refleje en la propia obra, no muy interesante. Con respecto a este cruce de realidad y ficción es mucho más estimulante que en los créditos aparezca como autor de las letras quien, en la película, es el escritor de la obra de teatro que interpretan. El mismo dilema de si dejar ir a la persona a quien amas a cambio de salvar su vida me parece muy poco interesante, por lo menos en la manera frenética en la que está presentado.
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