viernes, 13 de junio de 2025

CUANDO ACECHA LA MALDAD

Dir.: Demián Rugna
2023
99 min.

Me ha dado mucho miedo. Esto en su último tramo. En la primera parte de la película teníamos un despliegue de falta de humanidad, de ultraviolencia, vísceras. Los niños son plenamente partícipes de hechos desagradables. La violencia familiar aparece para reforzar lo terrible de lo que vemos. El típico recurso de Von Trier o Lanthimos. Era una violencia tan explícita y salvaje que en cierto sentido era previsible.

Hay muertes que parecen sacadas de lo peor de una spoof movie como la salpicadura de sangre tras la muerte de la madre atropellada. La muerte más memorable, y así se ha ganado su puesto en el cartel, es aquella en la que una mujer (por supuesto embarazada para aumentar la tragedia) se golpea la cara repetidamente con un hacha.

Esta fuerte carta de presentación hacía que los momentos en los que se vaticina la catástrofe pero en los que aún no se ha consumado, me resultaran muy tediosos. Si una película me demuestra que aquello de lo que es capaz es estimulante, entonces tiene toda mi expectación. Pero aquí, aunque el festival de sangre no se vuelve a repetir como en estas primeras escenas, es esta visceralidad lo que a mí me cabe esperar.

Normalmente habría agradecido el descuido a la hora de explicar la dinámica de los hechos sobrenaturales. Pero como la parte más lúdica era tan poco disfrutable, buscaba en las explicaciones debilísimas el interés que no tienen. Se muestran elementos como de navegación que no van a ningún lado. Se plantean normas para tratar a los demonios que tampoco tienen grandes implicaciones más allá de la prohibición de usar luz eléctrica. Se menciona que el demonio se aprovecha de los miedos de cada persona como ocurriera en “Babadook”.

Por algún motivo el personaje de Jaime, interpretado por Demián Salomón, me ha resultado muy entrañable. Su mirada seria, su bondad, su falta de protagonismo. El personaje de la exmujer me ha resultado odioso. Una mujer desquiciada. Ambos protagonizan uno de los momentos más terroríficos en el que ella camina por el arcén de la carretera, ensangrentada, mientras devora el cuerpo de su hijo. La cámara se mueve lentísima al pasar por su lado.

La coda tampoco me ha gustado. Podría haber acabado minutos antes o minutos después. Para cuando aparecen los créditos llevábamos varias escenas en las que se dan vueltas a los mismos elementos. El último acto de canibalismo me habría dado igual si no se permitiera, además, un movimiento de ojos juguetón en la perpetua mirada perdida de su hijo autista. Una actitud parecida al último plano de “Funny Games (1997)”.


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