viernes, 29 de octubre de 2021

BABADOOK

Dir.: Jennifer Kent
2014
94 min.

El tono de la película es oscilante. Empieza en unos presupuestos propios de las obsesiones de la madre de “Réquiem por un sueño”. Uno creería que la idea es generar un monstruo producto del estrés. Pero después vemos poderes sobrenaturales. Cada cierto tiempo se nos recuerda el componente simbólico. Haciendo que el monstruo sea lo peor de la convivencia familiar.

Se nos quiere hacer creer que el protagonista sólo es un niño raro. ¡Pero es pesadísimo! Es un niño mimado. Se le introduce el elemento de que quiere ser mago para hacerlo más especial. Pero después esto no tiene ninguna repercusión en la trama, ni siquiera sabemos si le discriminan por ello. En general la madre ve ataques a su hijo en muchos sitios. Cuando en el colegio la llaman por su mal comportamiento, en la reunión se refieren a él como el niño y la madre lo considera todo un agravio.

Lo cierto es que la escena estelar es la última noche. El trabajo de la madre peligra, todas sus relaciones sociales se desmoronan, lleva días sin dormir y parece que le van a arrebatar a su hijo. Aquí la madre sufre una especie de posesión. Si esto reflejara algo como Jack en “El resplandor”, el niño tendría que alucinar con el comportamiento de su madre. Al fin y al cabo pasa de ser un niño mimado a un niño maltratado en apenas unas pocas horas. Pero esto no ocurre, la película asume el monstruo como real y, por tanto el niño entiende que su madre está poseída por el monstruo.

En esta parte de la película tenemos el desmoronamiento de un hogar. Esto es algo que siempre es lamentable. Una madre que da a su hijo de cenar helado, que se arranca una muela que le dolía desde hace días… La película se va de madre. Aquí se juega muy bien con el foco, con los cambios de velocidad… Se recurre al timelapse para hablar de las noches en vela. No me parece el mejor recurso, precisamente lo que caracteriza a una noche sin dormir es que se hacen eternas y son desesperantes.

Como en las películas más terroríficas, su mayor virtud es su valentía. Se han cultivado desde el principio de la película unos interiores que favorecen grandes espacios vacíos. Las figuras humanas siempre están más iluminadas que los fondos, en este sentido recuerda a “Dogville”. Las paredes verdísimas y lo vacío de todos los espacios recuerdan a “Rabbits” de Lynch.

La película, sobre todo en su planteamiento, se sabe de vuelta de todo. La música actúa de manera descarada. El objeto que alberga el terror es ese cuento rojo, sin autor de Babadook. La música viene y va con él de forma evidentísima. Cuando la madre suelta el libro la música cesa de inmediato. Por eso sorprende que en el inicio del fin tengamos elementos tan prototípicos que rompen el clima. Me refiero al niño apuñalando a su madre, al vómito para representar un exorcismo, el recuerdo del marido muerto que se convierte en un monstruo…

El epílogo no es fácil de interpretar. El monstruo se queda con ellos pero domesticado. Es decir a la madre le sigue reconcomiendo el dolor del marido muerto y cuando esté preparada podrá mostrárselo a su hijo. Sin embargo el monstruo no ha estado siempre ahí: ha aparecido con el libro, al que le suponemos poderes. Entonces ¿hasta ahora no tenía ese remordimiento?


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