viernes, 14 de febrero de 2020

PARIS, TEXAS

Dir.: Wim Wenders
1984
144 min.

Una película volcada entera para unas pocas escenas. En concreto las dos conversaciones de Travis con la madre de su hijo. Son dos escenas bastante arriesgadas porque son muy largas, sin música llamativa (de hecho, la guitarra entra sin que apenas nos demos cuenta) y aun así se mantienen muy bien. El cambio de expresiones de ambos actores de una conversación normal a una historia desgarradora es magnífico. Las escenas en la cabina tienen unos planos de Travis bastante desgarradores ya que vemos una elegante cabina, pero cuando sabemos qué ve la chica sólo ve una falsa pared: un mundo hostil.

La última escena cuando conocemos el pasado terrible de Travis es muy interesante para el espectador. Lleva dos horas encariñándose con ese hombre perdido en la vida que quiere recuperar a la mujer a la que ama. Cuando descubrimos que es un maltratador la película lo cuenta crudamente, sin hacerle ninguna redención absurda. Por otro lado él es muy consciente de su posición. No pide en ningún momento volver con su amada, ni siquiera le da la oportunidad. Sabe que ha sido malo y que debe pagar la pena. Todo ello pese a que ahora es una buena persona y nos ha demostrado durante toda la peli que es bueno.

Muy buen detalle que el hijo representa al propio Travis de niño. Su madre francesa y su abuela que su abuelo siempre dijo que era de París (haciendo un juego de palabras geográfico). A pesar de que es una película larga es tan fuerte la historia que cuenta que no puede dejar indiferente ninguna escena.

Los primeros planos son magníficos, ese hombre deambulando en traje por el desierto, muriendo de sed, comiendo hielos… La última vez que le vez que le vemos en el desierto lanza una mirada a los cables de tensión eléctrica depositando en ellos todas sus esperanzas de llegar a una civilización.

La película habla de depositar sueños en esa parcela, que nunca ha visto. Recuperar su familia, que solo es eso: un lugar al que pertenecer. Pero después de 4 años no queda nada en ese lugar. Bastante triste. Se agradece que no haya un epílogo absurdo después del prodigio de la conversación.

Hay algo mágico en esta película. Es algo archiconocido: su música. De hecho tiene a la música como carta de presentación. Lo primero que vemos es a Harry Dean Stanton sin nada vagando por el desierto y así es la música. Muy vacía. Desértica y cruda. La magia es que ese mismo abandono que expresa al principio poco a poco se transforma en la música acogedora que evoca los años en los que existía una familia feliz. El momento culminante es la canción que hace Harry Dean Stanton con un español terrible. Y esta es la magia. Es muy fácil imaginar esta canción en la peli cuando la oímos, sin embargo nunca cantan en la película. Sólo oímos una versión instrumental, pero nos enamoramos tan fuerte de Travis que le concedemos lo que sea.


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