viernes, 5 de junio de 2020

EL CASTILLO EN EL CIELO

Dir.: Hayao Miyazaki
1986
124 min.

Por el título y no sólo por el título nos recuerda a “El castillo ambulante” y por la temática y sólo por la temática nos recuerda a “El viento se levanta”. El castillo ambulante era una máquina llena de tuberías vapor y válvulas. El gusto por este mecanicismo lo encontramos a lo largo de toda la carrera de Miyazaki. Imposible olvidar al tipo de “El viaje de Chihiro” con pares de brazos encargados de proporcionar vapor. Hay que decir que todo lo que tiene que ver con motores está conseguido en esta película como en ninguna otra.

Hay trenes, hay aviones, hélices de avión, motores de avión, carriles para vagonetas de mina imposibles… Hay una cantidad asombrosa de ello. En la película no hartan. Este aspecto sí resulta algo repetitivo dentro de la carrera de Miyazaki. Lo cierto es que están ejecutados, distribuidos y presentados con maestría. Son imponentes las gigantescas máquinas que surcan los cielos y navegan por las nubes como barcos. En particular me refiero a la nave militar Goliat. La forma en la que emerge de las nubes como un submarino es imponente. Es una lástima que a todo este despliegue visual no le acompañe una mejor banda sonora. Me pregunto varias veces a lo largo de la película cómo sería sustituir esas poco acertadas músicas sintetizadas por la elegancia del vals de “El castillo ambulante”.

Los créditos iniciales son una delicia. La imagen se vuelve un grabado y las máquinas se mueven con miles de ruedas dentadas y con una lentitud mecánica perfecta. Lo siguiente que nos descubre la película es una ciudad magnífica, con casas bajitas. Un pueblo minero en un desfiladero. Con casas colgadas de la roca y carriles de minas por todas partes. Es un lugar magnífico. Otro gran personaje que se nos presenta aquí es un tipo mayorcísimo sin boca y que habla con las rocas. Es mágico este hombre.

La última parte de la película es la que menos me interesa. La isla flotante de desgraciado nombre en castellano, Laputa, aparece imponentemente. Incluyendo los robots y toda la vegetación con gigantismo. Sin embargo toda la trama de herencias y de saqueo de una civilización con tecnología impresionante ya le he visto en películas como “Atlantis” o “Avatar”. En honor a la verdad esta película es anterior a aquellas pero es una trama que me despierta muy poco interés. Como tal toda la persecución dentro de la isla me da bastante igual. Tampoco entendemos muy bien por qué el villano quiere ser rey de una isla vacía.

En particular me molesta este asunto de que un señor muy malo se enfrente a unos niños. Ya vimos esta cosa difícil de asimilar en “Los goonies”. No nos creemos que unos niños puedan tener esa entereza ni que unos adultos traten así a unos niños. En este sentido es sorprendente que el niño recibe un tiro en la cara. Es cierto que no tiene consecuencias pero no se suele ver.

En los últimos planos de la peli la isla se desmonta y se eleva muchísimo. Esto está relacionado con el mensaje de “El castillo ambulante”. En ambas películas para que esa gran máquina avance o se eleve debe perder peso. Un mensaje simple pero no por ello poco bonito.

Al ver los robots es imposible no recordar la película posterior “El gigante de hierro”. Por ser aquella americana el robot es mucho más limpio pero la referencia es indudable. Es bonito ver al primero de los robots andar a cuatro patas con las extremidades destrozadas. Es menos bonito verlos en estado de hibernación como cucarachas.

La película tiene un mensaje femenino muy potente. Son enormes los pechos de las mujeres poderosas y son enormes sus personajes. El momento en el que la matriarca del clan de ladrones (personajes estéticamente muy interesantes por sus gafas de pájaro) se quita la falda descubriendo un mono de aviadora es muy potente. Diría que es algo que he visto muchas veces y que por ello es poco interesante y eso es lo que he pensado durante el visionado. Sin embargo al pensar que la película es de los 80, el asunto cambia y se vuelve una imagen realmente rompedora.


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