viernes, 2 de abril de 2021

OLDBOY

Dir.: Park Chan-wook
2003
120 min.

Destila años 2.000 en cada fotograma. Fotografía oscura, un ligero futurismo, violencia, esos títulos de crédito sobreimpresionados que hablan del paso del tiempo, la profundidad de campo impostada. La música por suerte no es tan frenética como nos podríamos esperar, no es “Corre, Lola, corre”. Grabación digital con mucho grano, aunque no es “Pi, fe en el caos”. La película empieza in medias res, recuerda al inicio de “El club de la lucha”. Ocurre que en ocasiones la cámara se mueve siguiendo a un personaje buscando dinamismo y al final por los pesados movimientos de la cámara, pierde lo que busca.

La película es muy violenta y sangrienta. No conozco suficiente cine coreano, pero probablemente abriera un camino que siguieran películas como “Confessions” o “Parásitos”. No lo digo por la cantidad de violencia sino por la forma en la que se presenta. Esa desesperación, ese gusto por la sangre. La agonía en primerísimo plano… En cuanto a la lucha física hay una muy llamativa en un pasillo. El protagonista entrega a los carceleros el carcelero mayor. Avanza por el pasillo lanzando a sus oponentes adelante y atrás. Avanza unos centímetros, retrocede… Recuerda mucho, quizás porque también sucede en un pasillo, a la violencia de “Rompenieves”. Es muy bonito el contraste entre el dinamismo de lo que vemos en cuadro y la pesadez con la que se mueve la cámara por el trávelin.

La pelea final está plagada de información nueva. Cambian muchas cosas de la película y convierten cosas que hasta entonces parecían accidentales en hechos trascendentales. Como todo es narrado, muchas de las cosas pierden cierta fuerza. Por otro lado, los dos hombres se sumergen en una desesperanza demasiado trágica como para que empaticemos con ellos. Y el recurso del control mental es ciertamente tramposo. Si el antagonista fuera un manipulador que consigue forzar una relación romántica entre un padre y una hija sería mucho más poderoso que alguien simplemente tiene poderes hipnóticos. ¡Que ni siquiera son suyos! ¡Son contratados!

El caso es que cuando vemos al protagonista amputarse la lengua en un acto desesperado, no obedece a nada. En este sentido el hermanamiento de los finales sin sentido de “Parásitos” y “Oldboy” es muy fuerte. La risa del villano que trata de hacernos creer que es un desalmado es casi la misma risa que nos produce el protagonista comportándose como un perro. Y el suicidio final del antagonista… Una revisita a la trama de la persona cuyo único objetivo vital es vengarse.

Es muy llamativa la escena del calamar vivo. Ese hombre entrando al restaurante y pidiendo que quiere algo vivo. Y él cae desmayado con los tentáculos retorciéndose por fuera de su boca. El pelo, las gafas de sol y el calamar hacen una curiosa combinación. El aspecto del protagonista nos interesa a ratos. Creo que no es descabellado pensar que su peinado es un homenaje al Johny Depp de “Eduardo Manostijeras”.


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