domingo, 17 de noviembre de 2019

PARÁSITOS

Dir.: Bong Joon-ho
2019
132 min.

Mientras vemos la película nos preguntamos muchas veces qué historia nos quiere contar. A veces se aproxima mucho a la comedia negra francesa. La miseria con la que se muestra la vida de la familia pobre es brutal. Ese momento en el que dejan las ventanas abiertas para llenar su salón de los gases tóxicos con los que se está fumigando la calle es una declaración de intenciones del tono de la película.

Al principio la relación entre la familia pobre y la rica es de servidumbre. Pero rápidamente se coloca a los pobres como unos seres egoístas, falsos y estafadores. El primer miembro que entra a trabajar en esa casa es el hijo de la familia, que entra como profesor de inglés. Es un chico que, aunque tiene que fingir tener títulos que no tiene, es bueno en su trabajo. Al entrar la hermana ya empieza con engaños y se inventa que es terapeuta artística. La moral empieza a caer. Aunque los padres consiguen sus puestos de maneras ilegítimas, hacen bien su trabajo. Realmente, de los cuatro miembros de la familia, la única que está haciendo un timo es la hija. No están en una posición de parásitos.

Tenemos una escena que podríamos esperar de una película mediocre. La familia pobre asalta la despensa de los ricos. Montan una fiesta destrozando la casa. Esto es muy poco creíble. Si tanta necesidad pasan, no tiene sentido que se arriesguen tan rápidamente a perder su trabajo. Por supuesto el universo conspira para que la familia rica vuelva a su casa antes de tiempo y estén a punto de ser cazados con todo el estropicio.

Aquí es cuando la crudeza de la peli no deja de aumentar, de cambiar de lugar y nos confunde durante mucho rato sin dejarnos claro cuál es el mensaje. Vemos a un hombre desquiciado que vive en el sótano de esa casa. Aquí el matrimonio y la familia se pelean como animales en el barro. Esto realmente es algo lamentable. Casi parece que al director le gustara ver desde un cómodo sillón cómo la gente con necesidad se pelea. Hay que elogiar de este hombre el momento que aparece como un fantasma para el niño pequeño de la familia rica. Hemos visto muchas veces a lo largo de la peli una estantería impoluta, brillante con un hueco negro en medio que da a las escaleras que bajan al sótano. Sin decirlo nunca, siempre ha sido un elemento desasosegante de la peli. Cuando vemos a ese hombre con sonrisa y ojos blancos grandes (a pesar de sus rasgos asiáticos) el terror del niño es justificado y casi insuficiente.

Tras mucha tragedia llegamos a la escena de ultra violencia que tanto le gusta al cine actual. En un acto de provocación muy pobre son los pobres los que atacan a los ricos. Cuando vemos películas como esta o “La casa de Jack” parece mentira que haya gente que dice que sería difícil que hoy en día se pudiera hacer una película como “La naranja mecánica”. Esta parte es muy poco interesante y con una cámara lenta que dota a toda la escena de una pesadez que no tiene ni merece. A este contraste de elegancia formal con las imágenes ayuda la fotografía limpia y los movimientos de cámara lentos y precisos.


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