sábado, 28 de diciembre de 2019

EL HOMBRE DE LA CÁMARA

Dir.: Dziga Vertov
1929
67 min.

El título de la película y su año, 1929, nos puede hacer pensar que es una obra dedicada al cine en general y al creador en particular. La película no se esfuerza en desmentir este hecho ya que constantemente nos está mostrando a un cámara. La misma cámara se convierte en protagonista cuando la vemos enfocar la ciudad desde una azotea. El trípode anda. Se ve antes la cámara que al cámara. Vemos el objetivo, vemos el ojo del cámara a través del objetivo. Incluso hay algo muy bonito en ver cómo se tapa con láminas metálicas la lente. El protagonismo, sin embargo, se lo lleva la ciudad y la sociedad postrevolucionaria.

Lo primero que vemos es una sala de cine invitando a la sociedad a entrar. En un plano precioso por la sincronía y, además, por la consciencia de lo rudimentario del truco, vemos cómo toda una fila de butacas (aunque el nombre les venga grande) se abren para recibir al pueblo soviético. Es cierto que este momento es puramente una declaración de amor al cine no tanto como modo de expresión sino como evento social. Después de esto, nos vamos al cine como elemento político.

Los tranvías como elemento de vida de las ciudades son una constante. Una constante tan constante que terminamos cansados. Aparecen todo el rato. Esto obedece al espíritu mecanicista y futurista de la peli. Pero hay muchas más máquinas que, por sus movimientos cíclicos y rápidos sí dan el dinamismo que demanda la película, pero un tranvía no es tan potente como se pretende. En su defensa diré que sorprende la sincronía de la red de tranvías cruzándose sin semáforos.

Para retratar el futurismo se muestran trenes, maquinaria de talleres de costura, cajas registradoras, máquinas de escribir… Y como apoyo el montaje: otro de los grandes protagonistas de la peli. Se muestran imágenes sobrepuestas de la hilandera feliz porque no tiene que hacer su trabajo mientras la máquina se mueve a velocidades increíbles. Pero es que aún se hará más rápido el montaje. Se llega a montar de forma que cada fotograma pertenece a una escena. Los fotogramas comunes pertenecen al cámara quien es el centro de toda esta representación.

En un acto político se muestra un retrato de Lenin, un busto de Marx y suena la Internacional. Vemos a gente jugando en unas barracas de feria a disparar a nazis y vemos a personas jugando a las damas y al ajedrez. Las piezas en los tableros se colocan solas. Es fácil hacer una analogía con el movimiento obrero y la organización de los peones.

Hay un plano maravilloso de los obreros (quizás mineros) llevando carretillas con su producción. Este plano está tomado desde el suelo. Se ven entonces unos zapatos que dan un aspecto de pobreza absoluto. Una especie de telas o pieles que convierten sus pies casi en muñones. Justo después de mostrar este plano se ve cómo está el cámara tirado en el suelo mientras los obreros hacen malabares para evitar pisarlo. Hay un esfuerzo por hacer consciente al público de lo que es el cine. Muchos años antes de que se taladrara el suelo de un estudio de Hollywood para que se pudieran mostrar los techos de “Ciudadano Kane” en esta película vemos a un tren desde las vías. El siguiente plano es ver el agujero que se ha hecho debajo de los raíles para poder tomarlo.

Hay muchas imágenes interesantes como edificios plegándose sobre sí mismos como después ocurriría en “Origen”. Hay un funeral en la calle en la que se ve el rostro del cadáver salir de entre las flores. Hay dos personas casándose delante de un funcionario mientras la señora se tapa la cara con su bolso para evitar salir en cámara. Hay deportes. Muchos más deportes de los que hoy en día nos hacen falta. Muchos de estos atletas a parecen en cámara lenta. Nada emocionante hoy.

El último elemento protagonista es el montaje. Tengo entendido que la montadora de la película es la mujer del director. La vemos estudiar metros y metros de cinta. Cortar. Arañar el celuloide para hacerlo trasparente y sobreponer imágenes. Hay un plano con sus ojos muy iluminados y todo lo demás muy oscuro en el que mira los trozos de cintas. Cuando ve un trozo grabado en la ciudad tiene ante ella un instante de la ciudad. Es muy bonito.

Con todo. La película es aburrida. Es conceptualmente muy interesante, pero el visionado te pone en un punto muy alejado de todo lo que ves. Quizás para quienes estuvieran enamorados del sueño futurista, la película tenga implicación emocional. Quizás baste con conocer San Petersburgo. A lo mejor en unos años ocurre lo mismo con “Manhattan”, pero todo cuanto veía me resultaba terriblemente ajeno.


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