domingo, 26 de enero de 2020

GRANUJAS DE MEDIO PELO

Dir.: Woody Allen
2000
95 min.

Hay una cosa enormemente inteligente de esta película: su autopromoción. No me refiero a la campaña publicitaria que le hiciera la productora. Me refiero a la unión de su título y cartel publicitario. Nada hace pensar que la película va a estar diferenciada en dos partes tan claras. Su poster maravilloso nos convence de que el planteamiento de la película será todo su argumento. Sin embargo, a mitad del metraje la película cambia totalmente de tempo, de temática y de trama. Maravilloso.

Es cierto que la segunda parte en general nos interesa menos. Pero son los temas que suele tratar Woody Allen. Además en esta ocasión están tratados con la ligereza que permite no establecer paralelismos con el aburrimiento supremo que es “Delitos y faltas”. Es verdad que probablemente en esta ocasión tengamos más presente que de costumbre el lado misógino de Woody Allen. Sin embargo puede que no sea tal. Woody Allen es muy misántropo en general y al hablar de las relaciones de pareja este odio se proyecta hacia una mujer. Lo cierto es que los dos personajes femeninos de la trama son tratados con un cierto desprecio. Como si la mujer fuera un mal del mundo con el que hay que aprender a convivir.

Volviendo a la primera mitad de la película. Es divertidísima. Ingeniosa, con buenos diálogos y un ritmo muy alto. Perfecto para que la comedia se desarrolle con gusto. La primera conversación en el pequeño apartamento es absolutamente mordaz. Todos los comentarios están a tiempo. Las frases se disparan como metralletas… Woody Allen amenazando físicamente a su mujer es tremendamente divertido por su aspecto débil. Es un humor con el que lleva jugando toda su filmografía pero aquí, por su edad supongo, es aún más eficaz.

—Me voy al tejado.

—Ray, no te tires, eres un lavaplatos excelente.

La escena del tejado pone de manifiesto algo que se agradece muchísimo al ver esta peli: el Siglo XXI ya ha llegado. Aquí la fotografía es moderna. La cámara está ligeramente cegada por el sol. Los colores son vivos. Esto se mantiene en toda la peli, estamos alejados de las paredes de caoba feísimas de las películas de la década de los 80 de Woody Allen. Es cierto que aún tenemos que soportar los contrastes de negros y dorados del piso horrible, pero supongo que esa es justo la intención.

Dime qué hora es, no pienso volver a mirar esa pared.

La trama de las galletas se propone con muchísima naturalidad. No hay cosas enrevesadas para justificar los acontecimientos. Toda la primera parte juega en favor de la comedia. El momento de la rotura de la cañería con todo el sótano lleno de agua es algo que no te esperarías de una comedia tan tardía de Woody Allen. Es algo casi propio de “El dormilón”. Incluso la transición entre las dos mitades es divertida. Está hecha con ritmo televisivo y este ritmo se mantiene sin verse alterado por los chistes. Tal es así que, si uno no está atento a los diálogos, puede llegar a perderse algún gag.

El asunto del divorcio y de la relación con Hugh Grant por interés es graciosa hasta cierto punto. De este momento es bonito ver a los nuevos ricos sin saber desenvolverse en este ambiente. Es delirante la mujer que quiere aumentar su vocabulario y, para ello, decide memorizar el diccionario. Nosotros sólo vemos cómo ha aprendido la letra A. Es genial. La trama realmente es poco graciosa. La escena final es efectiva como cierre pero poco más.

¿Has visto a Ray? Es bajito, lleva una camisa amarilla y una corbata increíble.


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