miércoles, 11 de septiembre de 2019

VICKY CRISTINA BARCELONA

Dir.: Woody Allen
2008
96 min.

En muchos sentidos esta película es una traducción del cine americano en general y neoyorkino en particular de Woody Allen. El gran protagonista es la relación de pareja. Supongo que inspirado de forma idílica por España se permite hacer una película más distendida de lo que acostumbra. Quizás no a lo largo de toda su carrera pero sí seguro en los últimos años.

Los personajes aristocráticos que solemos ver en Nueva York los vemos aquí en Barcelona. Hay algo impostado en esta película. Simplemente por ser algo que tenemos más cerca lo vemos como más ajeno. Esa bohemia que se crea para Javier Bardem se nos hace rara en un español. Casi nos parecería más natural en un parisino. De hecho los planos elevados de la ciudad desde el Tibidabo o desde el Museo de Arte Contemporáneo no hacen un gran favor a Barcelona. Parece que el director le exige a la ciudad una claridad que no se corresponde con la bruma real.

La infidelidad es un tema recurrente en el cine de Woody Allen. En esta película no se trata tanto la infidelidad como la no exclusividad en las relaciones. El tema está tratado con poca profundidad. Localizar la película en Barcelona y en verano le permite darle un tono casi irreal. Como si todo fuera una mera fantasía. Una exploración más que sucesos reales. Así se explica que la primera relación de Cristina, María Elena y Juan ocurra con una fluidez que no nos terminamos de creer.

A pesar de todo se consigue una relación con mucha fuerza narrativa. María Elena es un personaje con muchos problemas mentales sin tratar. Quizás sea sólo por lo ibérico del personaje pero nos recuerda a las películas más desquiciadas de Almodóvar. Por otro lado que los actores sean matrimonio en la vida real le da cierto poder a cuanto ocurre en pantalla. El momento en el que se cierra el triángulo amoroso con el beso entre Scarlett Johansson y Penélope Cruz es muy potente. Sobre todo por ser pilares de la interpretación como son. Es cierto que ese momento en la habitación de revelado fotográfico tiene un gran componente fetichista, pero creo que hay un trasfondo. Es bonito la sutilidad con la que el título de la película insinúa este trío.

La ruptura de esta relación también tiene una sutileza importante. Cuando Cristina abandona la casa donde viven los tres la reacción de Penélope Cruz es muy intensa. En este punto uno podría pensar que lo único que se está viviendo en esa casa es una suerte de experimentación carnal. Pero ahí vemos que no: realmente hay sentimientos sinceros fluyendo entre los tres.

La película termina con la misma sensación que dejan unas vacaciones. Después de haberse divertido hay que volver a la rutina. Todo lo que ocurre en Barcelona no se queda en Barcelona: deja huella en ambas chicas. Quién más ha complicado su vida es la que vuelve con las ideas más claras. Pero aquí hay un detalle delicado: Cristina está más conforme que Vicky, pero no más que cuando empezó el verano (tampoco menos). Un desbarajuste de este estilo no te enseña nada; de hecho puede perturbarte de la forma que perturba a Vicky, que deja Barcelona sin tener un sexo saciante con Juan y con un matrimonio debilitado.

Hay una cierta mirada hacia España como un lugar más bien legendario. Por algún motivo Woody Allen decide que el jazz está demasiado ligado a su Nueva York y priva a Barcelona de esos ritmos a contratiempo. Recurre a música de guitarra. No sé si un público que no conozca las melodías lo notará pero la música es enormemente repetitiva: Albéniz y Paco de Lucía y no muy bien interpretados.


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