viernes, 13 de noviembre de 2020

EX

Dir.: George Markakis
2020
85 min.

Película homenaje a la noche berlinesa. Queriendo huir de estéticas de pistas de baile decide centrarse en los baños de las discotecas. De esta manera, la película hace gala de una intimidad con el tema que trata y así evita hacer esfuerzos con su guión para ganarla.

Las personas que vemos pasan la treintena sobradamente y su vida es la noche berlinesa. Quieren creer lo contrario: que su vida los ha llevado a refugiarse en la noche. Cada cual elabora un discurso absurdo y pretencioso acerca de por qué son especiales y por qué la sociedad biempensante les juzga duramente. Lo cierto es que no encontramos ningún relato que nos haga pensar que son juzgados. Por lo contrario, un tipo cuenta que viajó de Beirut a Berlín, donde encuentra una sociedad enormemente abierta y tolerante.

No sé las intenciones del autor. Pero una película que se promulga como un homenaje a estos clubes nocturnos se convierte en una ridiculización de la generación tecno. Recuerda en este sentido a películas de la aristocracia como “La gran belleza”. Esta gente no es lo que uno pensaría como alta sociedad, pero para pagar las ingentes cantidades de drogas que consumen hay que tener un nivel adquisitivo importante. Tenemos por tanto a una generación absolutamente improductiva y que se convencen a sí mismos con discursos rimbombantes de que si ellos dudan de la vida que llevan, es por la sociedad.

Las conversaciones recuerdan mucho a la primera mitad de “Climax”. En esos baños que hacen de confesionarios nadie se escucha. Cada cual lleva su discurso y sí interactúan entre ellos, tienen diálogos, pero no conversaciones. No hay nunca debate, frases vacías. Nunca se juzga a nadie pero porque nadie dice nada en contra de nada. Sólo se habla de sexo, drogas y algún comentario acerca de ser libre. En ese lugar todo el mundo es bisexual, no hay un conflicto ahí. Los baños que se nos muestran están plagados de drogas, nadie se posiciona en contra… Sólo vemos a personajes con mucha más autoestima que las gentes sin vidas que hacen la pantomima.

El único momento de colisión en la película es con el personaje que dice sentir las visitas de su abuela muerta. Aquí la protagonista lo mira con cara casi de miedo. No sólo no comprende lo que dice sino que el tono de su discurso es demasiado deprimente para su generación.

La puesta en escena es maravillosa por lo insistente e insistente por lo limitada. La mayor parte de la acción se desarrolla entre dos espacios dentro de los baños. Uno luminoso, claro y azul donde están los lavabos y espejos y otro oscuro y rojo donde están las cabinas. Aunque lo ronda, no llega a forzarse el sobadísimo contraste entre azul y naranja del cine actual. Me gusta mucho lo saturante que es el bit de la música que suena afuera. Nunca escuchamos música, tan solo el taladrante pulso. Los baños son un refugio pero la fiesta sigue fuera. Me gusta mucho también que las cabinas sean estrechísimas y aun así funcione bien el formato panorámico.

La protagonista se dedica a vender drogas en los baños. Va vestida con un sujetador de arneses, dejando sus pechos al aire toda la película. El desnudo se muestra sin mucha dificultad, pero el de esta chica es el que más aparece.

Algunas cabinas nos interesan más que otras. Por ejemplo odio con mucha intensidad al pseudoartista asiático, histriónico, abusando a todas luces de la paciencia de la protagonista. Pero sobre todo con muchas palabras que no significan absolutamente nada. Como personaje, me recuerda a la artista que aparece corriendo contra un muro al comienzo de “La gran belleza”. Me gusta mucho la cabina donde hay tres tipos alemanes hasta la médula. Uno de ellos con una voz poderosísima recita poesía y canta ópera. Me encanta este lugar. En la zona de los lavabos hay una pareja de transformistas. Una operada de ego infinito y un tipo alto con maquillaje oscuro con una feminidad y erotismo a raudales.

En cuanto a la explicitud de según qué cosas me parece muy poco interesante. Las felaciones quizás resuenen en las personas que conozcan estos locales. Por lo demás no es una imagen muy interesante la que da el sexo en un lugar tan pequeño. Sí es algo más fuerte la imagen de la protagonista con las medias absolutamente rotas por los dedos del tipo que la está penetrando. También se consigue una buena imagen con la asiática que tiene un orgasmo con un cuerpo abalanzado sobre la cámara justo en un momento de cese del bit.


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