sábado, 12 de diciembre de 2020

SUÉLTATE EL PELO

Dir.: Manuel Summers
1988
100 min.

Segunda película de los “Hombres G”. Ya son famosos y se ven envueltos en un chantaje por unas fotos con una mejor de edad. En general es una excusa para poder repetir la actitud de desdén hacia las chicas de David Summers. Todo el asunto está planteado de una forma bastante incómoda. En la primera película no se declara la edad del grupo. Aquí tampoco, por tanto cuando nos dicen que la chica tiene 16 años no sabemos muy bien cómo interpretarlo.

La película tiene al inicio una escena en Acapulco que supongo la habrá encarecido mucho. Alucinamos un poco con que se fueran hasta ahí para grabar un parque acuático. Después de esto la película se convierte en intriga, drama judicial y después juego de espionaje. El batería llena una habitación de hotel de micrófonos para grabar unas conversaciones… En general se cometen muchos delitos. Demasiados de los que serían lógicos para una persona que ya está en la cárcel.

Las fans del grupo funcionan como un ente un poco raro. En un momento que la película necesita recurrir a una chica joven de repente se menciona a Ana. Suponemos que una fan que, por alguna razón tiene estrecha relación con el grupo. Todo lo que el grupo necesita lo resuelven con fans. Fans en vespino, fans protestando en la cárcel, fans vigilando un chalet, fans adolescentes que se dejen manosear por Toni Cantó…

Hay muchas más canciones de las que nos apetecen escuchar. Ocurre que la mayoría de las canciones conocidas están en la primera película, el repertorio de esta deja mucho que desear. Cantan mucho y mucho en conciertos. Por cierto muy mal ecualizados. El sonido de la película hay muchas veces que es deficiente. Las canciones detienen una trama que en ningún momento nos ha enganchado. Lo único que nos deja el drama jurídico es a Tomás Zori, el tipo que interpretó al profesor de clarinete en la primera, haciendo de un abogado pasadísimo de vueltas cuya carta de presentación es: soy bajito pero tengo más mala leche que un marica cojo. En este tramo de la película hay tantísimas incongruencias que no vale la pena detenerse a hablar de ello. Solo comentaré el momento en el que llevan unas grabaciones inculpatorias a la policía y dicen que no nos han hecho caso, dicen que están muy ocupados con los terroristas.

La película da un giro radical unos minutos antes de terminar. Se organiza una persecución a una ambulancia con un camión de Coca-Cola y un montón de vespinos hasta la Casa de Campo. En el camión van tres de los Hombres G con barbas y bigote postizos. En la ambulancia van los malos, David Summers, un cardenal y una mujer que pare hasta 4 niños. Esta escena es un delirio absoluto. Quizás sea por lo poco emocionante que ha sido la película hasta ese momento pero a mí me ha maravillado.

Los bigotes postizos son absolutamente demenciales. El calvo antagonista ya tiene un físico cómico. Se conduce a toda velocidad sin ninguna justificación. El cura va bautizando niños con un gotero. Un ciego, atropéllalo, para lo que hay que ver… Aparecen guardias de tráfico intentando parar la persecución por todas partes. A uno de ellos se lo atropella, lo aplastan como a un papel y lo tiran a la papelera. Dos veces atropellan a un frutero… La verdad es que la he disfrutado mucho.


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