viernes, 11 de diciembre de 2020

¡SUFRE, MAMÓN!

Dir.: Manuel Summers
1987
102 min.

Una promoción de los Hombres G. A ratos con resonancias a “Desmadre a la americana”. De hecho es fácil identificar al gordo de aquella con el batería de esta. En general la película se permite de todo. Se busca construir una imagen de chicos rebeldes para poder venderse entre la juventud de los 80. Con un argumento absolutamente pegado a la canción homónima tratan de justificar de todo.

El inicio de la película es muy potente. De hecho, aunque esté hecho con muy poca habilidad, toda la primera mitad de la película está repleto de ideas arriesgadas. Empieza con unas bromas a unos curas que no funcionan tanto en si mismas como por la sorpresa de la carta de presentación. El momento de la expulsión del colegio es absolutamente desfasado y con un odio expresado con mucha torpeza hacia la curia educativa. Los dos curas responsables de la expulsión de los protagonistas son asquerosos.

—Aquí no hay más cojones que los míos.

—Y los míos. Contesta un cura baboso.

La siguiente escena es una clase de clarinete. El profesor de música es un homosexual ofensivo por todas partes e hipnótico. Cuando aparece, el batería suelta una verborrea que repite hasta tres veces y la película ni se inmuta. Tras notificarle que su tío ha muerto por una caída de una ventana el profesor de música le contesta: Que no sea nada lo de la muerte de tu tío.

La película está llena de rimas ofensivas, un punki que intoxica a su mono por teñirle el pelo de verde, gatos que vuelan en una clase. El profesor gordo y con bigote es inexplicable. De nuevo la película presenta un personaje imposible sin inmutarse.

El papel de la novia del protagonista es terrible. Todo el punto de la película está en conseguir que las adolescentes que se derriten por el cantante lo sigan haciendo. Para ello no puede terminar la película con la novia. Esto genera un final bastante curioso. Estamos poco acostumbrados a que un final donde el protagonista acaba soltero sea un final feliz. Aquí triunfa la amistad, y prácticamente la delincuencia, cuando sentencia encima del escenario que todas sus fans son sus novias.

La película a ratos abandona por completo su trama para introducir temas que estaban más en boga en aquella época. Por ejemplo la película se detiene un tiempo absurdo por una pelea entre los cantantes de las dos bandas rivales. Esto bajo la atenta mirada de un productor que parece dispuesto a fichar al que gane la pelea. Se menciona explícitamente “Rocky” como si se quisiera dejar clara la referencia a la película de éxito de aquel tiempo.

Hay otra trama que me obsesiona. Un tipo con un acento argentino imposible ofrece al cantante una carrera en solitario. Para convencerle de ello le lleva a un yate lleno de tetas. Le expone su plan y las tetas se sacuden delante de la cámara. La película sigue y unos minutos antes de terminar aparece el argentino, le recuerda su conversación y el cantante dice que está muy contento con la carrera en el grupo. ¿Qué importancia ha tenido este hombre? Que ha traído tetas a la película.

Los pubs también son para verlos. En una escena, cuando graban “Venecia”, en la barra hay una chica vestida de torero. Los amigos se juegan a los chinos quién se acuesta con la única chica del grupo. En una jugada que no logro entender, el que gana debe ponerse una peluca de pelo largo y rubio y unas tetas de goma. A la novia la llaman de todo. A las chicas las llaman ganado como término más suave…


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