viernes, 28 de mayo de 2021

DESMADRE A LA AMERICANA

Dir.: John Landis
1978
109 min.

Es una película dirigida a un público muy concreto. Principalmente hombres, en familias con una cierta posición económica en los años 60 americanos. Gente que fue a una universidad para evitar el servicio militar norteamericano. Como tal, los asuntos que se tratan en la peli son principalmente el decoro social que invadía todo y frustraban sus ideas de diversión en sus primeros años tras abandonar su pueblo natal. Así todo lo que se celebra en la peli es cuando consiguen tener sexo y cuando burlan a la autoridad de la universidad.

El eje central de la peli es evitar que echen a la fraternidad de la universidad. Siendo una universidad privada en la que dan muchos problemas, es difícil de creer que aguanten tanto en ella. ¿Qué clase de autoridad tiene el rector que no es capaz de echarlos? El antagonista está diseñado para que cada cual proyecte en él a su enemigo de la juventud favorito. Un personaje de personalidad difusa y con un único rasgo para caracterizarle: su seriedad y amor por la disciplina. Esta relación entre la fraternidad y el rector recuerda a “Loca academia de policía”.

La nostalgia con la que se muestran estos años recuerda a “¡Buenos días, Vietnam!”. De hecho, igual que se blanquea la militarización de Vietnam en aquella película, en ésta hay una serie de delitos graves que cometen los protagonistas que se muestran como simples jugarretas. Por ejemplo la escena absolutamente inverosímil en la que Bluto mira por la ventana a la residencia de unas chicas que se pelean con almohadas con el torso desnudo.

La película no tiene mucho más. En ocasiones sus personajes principales son carismáticos pero mucho otro rato no. Quién lleva un enorme peso es Bluto, casi la mascota de la fraternidad. Aunque a todo el mundo en la peli le resulta grotesco solo hay un momento donde de verdad es desagradable: en el comedor. Verle recorrer el pasillo para coger la comida es desagradable y un poco asqueroso. Para culminar la escena grita ¡pelea de comida!. Por suerte aquí se corta la escena y no la vemos, pero nadie quería ver eso.

El cabecilla intelectual de la hermandad Groover tiene un gran repertorio de miradas. Otter humaniza bastante la película. Hay una homología importante entre él y el protagonista de “American Pie”. Pero ninguna de sus tramas nos llega a interesar demasiado. Por la gran cantidad de personajes, el principio de la peli es bastante coral pero esto se pierde conforme avanza.

En cuanto al sentido del caos de John Landis. Recuerda bastante a los Teleñecos. Sobre todo las escenas de la hermandad. Ese momento donde una moto entra por la puerta y sube las escaleras es muy bonito. Pero por algún motivo no llega a parecer muy caótico. Pasan locuras, pero hay una especie de orden y de limpieza en su desarrollo que convierte la escena en algo un poco aséptico.

Yo no he vivido los años 60 americanos, pero una escena que hoy es absolutamente anacrónica es la del bar de negros. Entran y, sin ningún indicio que les haga pensar que están en peligro, se asustan por estar en un lugar lleno de negros. Por otro lado la actitud del cantante es extraña. Es un tipo que ha actuado en la fiesta de togas para ellos. La fiesta fue un éxito, el público entregado y para la peli queda muy bien. Sin embargo él no está nada a gusto con la presencia de estos blancos en su local.


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