viernes, 11 de junio de 2021

AMERICAN BEAUTY

Dir.: Sam Mendes
1999
122 min.

Película interesante per se y más interesante por la actualidad de Kevin Spacey. El protagonista es un perturbado y la realidad ha querido que el actor también lo sea. La película adquiere un aura morbosa y atrapante. El montaje propio de las películas de sobremesa de fin de semana hace que el protagonista Lester se lo vea a ratos como un reflejo del hombre medio americano. Quiero pensar que esto es cosa de productores y no del director. Lo que está claro es que hay un esfuerzo en el final de la película por blanquear al personaje.

Lester es negativo. Pero a ratos se corre el peligro de verle como el hombre que vive machacado por su esposa en el matrimonio justificando así sus fetichismos una chica joven. La dimisión en su trabajo, levantarle la voz a su mujer durante la cena, alejarse de su familia como triunfo personal, liberarse de todas responsabilidades, comprarse un coche… Son todo elementos que un hombre de 40 años podría desear. Si su mujer se preocupa por su sofá, es una materialista; si él se compra un deportivo, es un soñador. Además el actor no es muy atractivo para que cualquier hombre medio pueda verse reflejado en él sin verse intimidado.

Si apartamos estas dudas sobre la moralidad de la peli, esas fantasías se muestran con un descaro maravilloso. La icónica imagen de la chica desnuda sobre pétalos de rosas no puede aparecer de forma más gratuita y divertida. El primer momento en el que nacen pétalos de rosa del pecho de la chica llega tan imprevisible y con un efecto tan llamativo que la escena se vuelve delirante. La escena está enfocada en la fascinación de Lester. Aparece solo en las gradas del gimnasio de instituto. A ella también se la ve sola, desaparecido el resto del equipo de animadoras. Una iluminación dedicada a ambos.

El personaje perturbador que vive en la casa de al lado está genial presentado. Nuestras impresiones van a la par que las de la chica. Al principio le tenemos miedo y terminamos fascinándonos por él. Sin embargo no se cae en la tentación de que sea un ser misterioso y distante como Ryan Gosling en “Drive”. Su momento de máximo esplendor es la primera vez que fuma marihuana con Lester en ese parking trasero. Aparecen por primera vez planos que dan a la peli autoría y te hacen empezar a sospechar que no es una película de sobremesa. Me refiero a un gran muro gris con las figuras humanas negras a un lado y la puerta abierta amarilla y brillante al otro.

El simbolismo de las rosas para la pasión está muy bien ejecutado. Aunque la fotografía está saturada de más, se perdona si es para conseguir esos rojos de los ramos.

La gran diferencia de edad tan polémica en la película “Lolita” no causa ni la mitad de rechazo que en esta película. Ver sobre todo a la amiga rubia como el objetivo sexual de Lester provoca una incomodidad mayúscula. La posición de ambos personajes es tristísima. Ella tratando de posicionarse como objeto de deseo. Se muestra como reivindicativa, como una posición moral superior a quienes la descalifican por ser promiscua. Descubrimos que realmente no lo es. Es sólo una forma de querer destacar. Cuando el vecino raro la llama vulgar es entonces cuando decide entregarse a Lester. Eso la convertiría en alguien excepcional.

Con respecto a la pareja de los socialmente rechazados es bonito cómo quienes se muestran contra la sociedad americana no tienen nada que ofrecerse a sí mismos. Se dicen buscadores de la belleza. Él es el personaje que más dinero gana con la droga, es el más exitoso económicamente y sin embargo lo tiene que hacer fuera del capitalismo, con actividades ilegales. Con respecto a su búsqueda de la belleza la encuentra siempre en lo muerto: una bolsa de plástico llevada por el viento, un mendigo muerto, el cadáver en sangrentado de Lester y una paloma muerta.

Esta paloma muerta recuerda a “Terciopelo Azul”. Esa forma de entrar en los bajos fondos de la sociedad. De igual modo una de las obsesiones de la enferma capitalista que es la esposa de Lester es tener un jardín con unas rosas preciosas. Recuerda al mítico plano inicial de “Terciopelo Azul”. Las dos esposas de la película tienen papeles totalmente torturados. Así la mujer del militar está obsesionada por la casa perfecta. Cuando están los tres en silencio viendo en la tele un programa que sólo el marido disfruta a ella le parece oír una conversación que empieza. Es una estampa desoladora y brutal.

La voz en off es bastante innecesaria especialmente en el emotivo final. De nuevo, elementos de película de sobremesa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario