viernes, 2 de septiembre de 2022

TODO A LA VEZ EN TODAS PARTES

Dir.: Dan Kwan
2022
139 min.

La película es muy tonta. Y para entrar a su premisa hay que tener la mente formateada por Estados Unidos. Esa idea del éxito y del fracaso me resultan enormemente ajenas. La virtud de la protagonista es que ha tenido montones de sueños fracasados y esta frustración es la que le permite evocar sus otras vidas con muchísima intensidad. Este es el planteamiento. Pero no es cierto que lo que la convierta en especial sean sus fracasos, sino su idealismo. Porque nunca soñará con cosas normales. Siempre que evoque sus otras vidas será para ser cantante de ópera, famosa actriz, experta en artes marciales… Vamos la extraña idea de éxito que siempre se tiene en las películas americanas. Es una idea de éxito demasiado moldeada por gente cercana al mundo de la fama como para que apele a la gente común.

Con respecto al conflicto es tremendamente convencional. Se trata de una mujer que siempre ha hecho lo correcto, por supuesto con el catalizador del tradicionalismo de la familia china. A lo largo de la película aprenderá a relativizar sus preocupaciones y a no exigirle tanto a su hija… Me da pereza hasta escribirlo. Supongo que es mera coincidencia que se haya estrenado tan cerca de “Red”.

Y la contraposición, la antagonista, es su hija adolescente. Está sublimada en forma de villana que es capaz de conocer todos los multiversos. Concedo a la película que en la adolescencia se tiene una forma de pensar en la que uno cree que ya está de vuelta de todo y le llena de una cierta soberbia. Pero no me puedo creer de ninguna manera que un personaje que ha vivido todas las vidas posibles, que conoce todas las posibilidades del mundo, tenga esa actitud nihilista tan tonta e inmadura.

El humor en general es muy tonto. Tremendamente tonto. Y eso que en ocasiones la película es ocurrente. Vale, acepto como interesante la idea del multiverso de los dedos salchicha. Pero no acepto que sea tan interesante como para repetirlo una y otra vez. Las escenas propias de dibujo animado creo que son las únicas con ejercicios de imaginación estimables. Pero son muy cortas. En su lugar se dedican a plantear algunos gags y a sacarlos a colación una y otra vez. El peor de todos: la idea de repetir el Aleph ya planteado por Borges en un Bagle. El chiste es tonto, pero lo magnifican de tal manera que resulta hasta ofensivo.

Y es que si la película en general fuera más ligera yo hasta podría aceptar el tono en el que parece aceptable una lucha de artes marciales en la que dos hombres adultos luchan mientras tienen objetos insertados en el culo. Me parece que aun así el chiste estaba hecho la primera vez que la funcionaria enseña sus trofeos con forma de plug anal. Pero podría haber admitido una escena tan obscena y tonta si no tuviera todo ese aire de magnificencia alrededor.

Porque esa es otra: ¿Cuántos clímax tiene la película? Una y otra vez tenemos momentos reveladores. Aprender a querer a su marido, a su hija, a su vida. Y por cada una de estas enseñanzas tenemos un momento de pornografía emocional resaltada con música de cuerdas y flashes de escenas de su vida. Bochornoso.

Creo que lo único que me parece apreciable es el homenaje a “Deseando amar”. Creo que es una escena bien construida. Que está bien traída a colación y que se mantiene viva todas las veces que se retoma. Me gusta además que se haya copiado este estilo particularísimo de sus cámaras lentas. Pero como la película se cree la más irreverente del mundo, para algo que ha construido bien, lo destroza con un chiste o un comentario que parece sacado de los chistes más infectos de Marvel. Toda esta forma de reconstruir el matrimonio bajo la lluvia de Hong Kong se tira por tierra cuando la protagonista aprende de él a tomarse las cosas con humor y a poner ojos de broma a las cosas que se va encontrando. Para que nos caiga en gracia ella le mira en un re-enamoramiento. Bien, la cara que pone él para que nos genere simpatía es de lo más pusilánime que he visto.


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