viernes, 6 de octubre de 2023

ADOPCIÓN

Dir.: Márta Mészáros
1975
89 min.

Es pequeña, pero lo que construye es bastante poderoso. La relación entre Anna y Kata es compleja, casi oscura y muy bonita de ver. Aunque se acompañan y se sirven mutuamente de motor, es una relación alejada de la sororidad buenista que vemos con frecuencia en el cine feminista. De hecho la conversación con la que inician su relación se da en casa de Kata. Ella mira por la ventana con melancolía, Anna se apoya en el marco de la ventana mirando hacia el interior de la casa. Una fotografía llena de grises intermedios permite que se vea perfectamente su rostro pero con gran oscuridad. Lo que la hace acercarse a Anna es puro interés propio y, por lo que oímos de su vida, nada nos hace sospechar que haya tenido interés por ninguna otra cosa.

El punto álgido de su enfrentamiento es aquel en el que Anna mete a su novio en casa de Kata a pesar de que ella se lo hubiera prohibido. Kata responde con su característica frialdad pero que en este punto podemos leer como sumisión. Friega, Anna le dice que su novio no puede salir en este momento y, cuando Kata llama a la puerta para pedirle su bata con displicencia Anna, soberbia, le abre la puerta desnuda. El personaje de Katalin Berek recuerda a los últimos personajes de Frances McDormand. Además de la edad, corte de pelo y un cierto parecido, tienen la misma frialdad al actuar.

Me ha gustado también cómo se consiguen elementos tan a foco y con apenas diferencia de profundidad se pierde el foco, pero no por ello se vuelven masas difusas de luz como ocurría en “Escondidos en Brujas”. Es un difuminado sutil, lo suficiente para marcar qué es el centro de la grabación.

Toda la estética de la película es muy moderna (o lo era en los 70). En particular los cortes de pelo de los niños del internado. Será por lo que se solía hacer en la URSS, pero me sorprende mucho oír esos acentos con esa estética. El contraste es mayor al ver que todo se desarrolla en un pueblo. Kata debe caminar por la tierra para llegar a su casa, se oyen gallos, lo poco que vemos del pueblo son casas rurales, pequeñas. Más sorprenderá el contraste con unas ideas totalmente anticuadas.

Los padres de Anna consientan a la boda con su novio. En ese momento el matrimonio se ve como una descarga para los padres. Tras una vida intentando deshacerse de ella, no es que a su padrastro le caiga bien el futuro marido: es que es la manera en la que puede desligarse de ella. De hecho le obliga a firmar que si alguna vez se separan, ella deberá vivir con su marido. Es un patriarcado en toda regla. Más grave es que la madre verdadera de Anna no llegue a opinar nunca acerca del matrimonio. Es casi una concesión del hombre que tiene su tutela al hombre que deberá hacerse cargo de ella. Resulta desolador ese plano casi final en el que están los amigos de Anna bailando en una celebración modesta, casi decadente, saxofón y acordeones con melodía repetitiva, festiva y simple. Ahí tiene su primera discusión del matrimonio, su marido deja la sala y ella se queda llorando en un rincón. Ahí tiene el matrimonio que tanto ansiaba y del que tiene no fácil salida.

Me gustan los dos directores del orfanato, ambos serán invitados a la boda de Anna. Sin ser particularmente cariñosos, mantienen una preocupación por los niños que cuidan y les desean lo mejor. Quedará como una preocupación insuficiente al ver los esfuerzos que Kata hace por Anna. Aquí vemos las pulsiones de quien quiere ser madre: busca cuidar de alguien. Y es algo que no puede hacer con su amante, porque ya tiene una esposa que se encarga de eso. La relación que tienen estos dos también me gusta mucho. Tomando decisiones calmadas. Entendiendo ella las traiciones de él. Interesado pero no malvado.


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