viernes, 2 de febrero de 2024

EL GRAN CARNAVAL

Dir.: Billy Wilder
1951
111 min.

Las críticas de estos americanazos como Wilder o Capra siempre ponen el foco en la ética personal. Presentan dramas sociales que explican con los egoísmos personales sin hacer nunca una crítica política de fondo al asunto.

Por ejemplo nunca se habla de la gravísima situación de que toda la autoridad del lugar se concentre en un sheriff. Un sheriff que se debe presentar a unas elecciones. Se explica que una corrupción así la permite la lentitud de la justicia. Pero tampoco esto se presenta como una crítica. Los más perjudicados del complot entre el periodista y el sheriff son los otros periodistas, que quieren hacer los mismos actos de moral asquerosa que realiza el protagonista. Por tanto la película tampoco se puede poner de parte de ellos.

Otra pregunta interesante sería quién paga todo el rescate. Dado que el gordísimo minero obedece órdenes del sheriff, podemos deducir que depende de él. La siguiente pregunta que se nos viene a la cabeza es cómo un pueblo tan diminuto puede pagar una obra de ingeniería como la que se monta. Todos estos problemas nunca le interesan a este autor porque siempre hay que hablar de la corrupción personal.

Muy en la línea de nuestro director está la frase que aparece en el pequeño periódico local que vemos al principio de la película. Tell the truth. Una frase completamente naíf. Directamente no me creo que alguien con una mentalidad así haya sido capaz de mantener en su empresa a un hombre como el protagonista. ¿Cómo ha sido capaz de mantener la compostura tanto personal como laboral durante un año sin que haya habido malentendidos entre ambos?

Con todo, quizás su punto más débil sea la desmedida maldad de Douglas. Atenta contra todo. Contra el matrimonio al seducir a la esposa del hombre del pozo. Contra la familia al mentir al padre del tipo. También echa a ambos de la habitación donde duermen. Ya hemos mencionado la ofensa a la autoridad. Atenta contra la religión al negarle en repetidas ocasiones el cura que le confiese. Esta actitud de todo lo sagrado se profana tiene su expresión más evidente cuando teniendo visita en su habitación ofrece los vasos que contienen las velas de un pequeño altar para beber.

Como decía, es un personaje tan malo que las acciones aumentan de gravedad de manera algo forzada. ¿Por qué decide desatar toda su violencia cuando le tiene que dar la horrible pieza de peletería a la mujer? Ella, que en general actúa de manera muy reflexiva, es perfectamente capaz de fingir lo que haga falta cuando él salga del pozo. ¿Por qué decide intentar ahorcarla en vez de explicarle la situación?

Esta escena desencadena un final agónico demasiado largo como para que nos lo podamos creer. Él, que es tan amigo del médico, prefiere dejarse abierta una herida en el costado durante horas. Claro, así Wilder consigue un final más enfermizo; pero no hay por dónde cogerlo. Un recurso parecido e igual de largo se usó en “Perdición”. En aquella película había un apremio muy real.


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