viernes, 16 de febrero de 2024

NÚMERO 17

Dir.: Alfred Hitchcock
1932
62 min.

La película es muy sencilla. En Hitchcock estamos acostumbrados a asesinatos con intereses cruzados. Personajes con dobles intenciones y demás giros en la trama. En esta película tenemos todo esto pero aparece de una manera muy naíf. Cada nuevo elemento aparece como una sorpresa para nosotros y para los personajes. Pero nada de lo que se añade cambia realmente todo el asunto. Podemos ver el juego donde Hitchcock va sumando las piezas. Conocemos muy poco de lo que allí ocurre por ello podemos ver la escena sin tener que estar atentos a no perdernos nada.

Poco a poco se van sumando los personajes. Comienza con un tipo entrando a una casa, el número 17. De dentro vemos salir la luz de una vela. Desde este momento las sombras tomarán un protagonismo mayúsculo. No sólo por lo tétrico que las acompaña. Principalmente se debe a que la casa es un lugar oscuro, por lo tanto ver es una ventaja táctica con respecto a los otros individuos.

Evidentemente las velas no iluminan tanto como debieran. Por ello siempre hay unos juegos con iluminación artificial tratando a la desesperada de comportarse lo más parecido a como la vela tendría que iluminar. No siempre se consigue. Así tenemos al hombre que duerme en esa casa abandonada jugar con su propia sombra que obviamente no está emitiendo él. Pero lo cierto es que ni siquiera nos habría sorprendido particularmente esta disonancia entre el cuerpo y la sombra si no hubiera sido por este juego.

La reunión de ladrones se debe a que desde esa casa se puede acceder a las vías del tren que los llevará al continente. La primera vez que se introduce el elemento del tren aún no se ha dicho ninguna palabra. Ilumina la estancia y el protagonista y el pobre ven el cadáver en el suelo. Pues la película lo narra de forma muy litera. Hay un plano brevísimo para cada unidad de información: tren, detective, pobre, cadáver. Una maravilla.

Hay un plano que aparece sin darse mucha importancia pero que tiene mucha fuerza. Para ir desde la casa a las vías hay que bajar unas escaleras de ladrillo pegadas a la pared. El plano cuadrado con las escaleras cruzándolo, los individuos bajando con cuidado. Un plano muy liso. Me gusta mucho. Se repite idéntico cuando bajan los ladrones y cuando bajan los perseguidores.

La película concluye con una persecución de un autobús a un tren. El destino inevitable de algo así es que el tren embista al autobús. La película lo sabe y se recrea con ese juego. Así se preocupa de mostrarnos que los ladrones no sabes detener el tren. Nos muestran sus caras de velocidad. Ponen el autobús en paralelo al tren. El plano donde se hace este juego con más descaro es una maravilla: el tren y el autobús van en paralelo y rectos hacia la cámara. El tren gira repentinamente ocultando el autobús. El autobús va velocísimo, es imposible que tenga tiempo de detenerse. Pero el plano baja un poco más y vemos que el autobús pasa por debajo de un puente.

El choque final está hecho con una maqueta (como toda la persecución) pero es muy eficaz. Es un tren estrellándose contra un barco. Hay explosiones y los vagones caen poco a poco al agua apenas uniendo el barco con el muelle.

Me ha gustado mucho el aspecto de los ladrones. Rostro seco, bigote pequeño. Vestido de negro. Es un tópico y es justo lo que esperaba de una película así. Tenemos también esta palea que realmente es muy violenta y muy seca entre el policía y el ladrón. Son puñetazos, agarres de rostro, choques contra paredes… Pero no tiene nada de música y apenas hay efectos sonoros en los golpes. Esto hace toda la escena extrañamente incómoda y violenta.


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