- Dir.: Arturo Ripstein
- 1978
- 110 min.
Aunque se le reconoce una potente estética a la travesti Manuela, su personaje es bastante simple en su relación con los hombres. Se deja arrastrar por la atracción que le produce Pancho. Es un ser bastante mequetrefe, infiel, incapaz de pagar sus deudas. Aún así a Manuela le gusta porque hace tiempo abusó de ella. Esa violencia es la que le interesa y la que le impide alejarse de este hombre. El baile con el que finalmente le seduce es muy entretenido de ver. No diré que sea excelso, pero dado la desnudez que todas las escenas, se le permite brillar mucho. Casi nunca vemos en pantalla algo que llame poderosamente la atención. Los dos grandes momentos son aquellos en los que baila Manuela.
Cuando suena “La leyenda del beso” me gusta mucho el poderío que ella tiene. La cámara la registra desde abajo. Un ángulo muy distinto al que se adoptaba cuando ella baila el día de la elección de Don Alejo. Ella se come la escena hasta tal punto que nos olvidamos del bobo que babea por ella sentado en una silla. Es difícil dejarse llevar por la estética de su baile cuando nos acordamos de que segundos antes Manuela ha presenciado cómo Pancho trataba de abusar de su hija, la Japonesita. Manuela seduce a Pancho, pero no lo hace con intenciones ocultas vengativas, es una seducción genuina. Supongo que simplemente es algo achacable a la antigüedad de la película. De hecho la actitud de la Japonesita también nos llama mucho la atención.
Es curiosa la relación que ese pueblo tiene con Manuela. Por algún motivo el cacique Alejo siente simpatía hacia ella. Hasta bromea con ella acerca de si se acostaría con él o no. Él asegura que no le gustan los hombres, pero le regala a la matrona del burdel la casa a cambio de que ella se acueste con Manuela. Espectáculo que él se dedica a vigilar a escondidas. Es curioso en esta escena que cuando Manuela termina su relación sexual ejerciendo de parte activa, de repente muestra una actitud masculina que no veremos en ningún otro momento de la película.
Es curiosa la sorpresa que se lleva el cuñado de Pancho cuando éste se deja besar por Manuela. Es evidente que Pancho está loco por ella. No sé por qué el otro tipo considera todo perfectamente aceptable hasta que se consuma lo inevitable.
Con respecto al resto de la película es algo lenta… Entiendo que algo de esto deberá ser buscado ya que toda la trama es la espera de las mujeres del prostíbulo a que esa noche llegue Pancho. Casi siempre lo único que me entretiene es el elegante amaneramiento de Manuela.
A Alejo también me gusta verle en pantalla. Me gusta cómo apenas se asoma entre su sombrero y su bigote. Una lástima que tanta parte del tiempo esté resolviendo su problema de las deudas con Pancho, una trama que me suscita tan poco interés.
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