viernes, 6 de septiembre de 2024

PRIMOS

Dir.: Daniel Sánchez Arévalo
2011
97 min.

Naíf, es cierto. Pero con unos diálogos muy bien escritos. La mayoría de personajes muy bien interpretados. Un guión con el típico punto de inflexión vital al reencontrarse con los recuerdos de cuando eran jóvenes. Pero se evitan los conflictos. No hay nada problematizado. Si el tipo aparece después de años sin dar señales de vida ella accede sin problema a retomar una relación carnal. Todo fluye. Ellos no tienen planes ingenuos que por su propia torpeza queden desbaratados.

Los tres primos parecen nacidos para esos papeles. Cuando vemos a Adrián Lastra, el tuerto con traumas de la Guerra de Irak no podemos evitar acordarnos de la persona drogadísima en “Un funeral de muerte (2007)”. Aunque solo sea por ese correr maníaco vestido con una chaqueta de frac. Pero lo cierto es que tanto la construcción del personaje como la interpretación son una maravilla. No nos reímos de él por estar desequilibrado. Es una persona que lo está pasando mal y este sufrimiento no es el motivo de burla. Sí hay escarnio hacia las frases que dice, pero creo que se le trata con mucho cariño. Me resulta muy emocionante cuando ese personaje apocado se ve en un video de hace diez años en el que se mueve con total desparpajo en un escenario en las fiestas del pueblo (—¡Pareces otro! —Es que era otro.)

Me gustan mucho también las frases cortadas y los derrumbes instantáneos de Quim Gutierrez. Creo que es un rasgo del personaje que no está exagerado, que no se abuse de ello, interpretado soberbiamente. Cómico pero sin que sea una tontería. Sí: el punto de presentación del personaje da un poco de rabia porque por culpa de su inmadurez hace que toda su familia, invitada a su truncada boda, tenga que tragarse un discurso quejicoso. Pero no es la tónica general de este personaje. Es responsable dentro de su indecisión.

La pareja que hacen Antonio de la Torre y Clara Lago es quizás lo que peor funciona de la película. Es una situación que me parece recrudecida artificialmente. Aparte de eso quizás sean los actores donde se percibe mayor diferencia a nivel interpretativo. No sé exactamente por qué, pero el alcohólico me funciona cada vez menos conforme avanza la película. El rasgo suyo de responder correcto cada vez me lo creo menos. Me parece que si bien cuando le vemos tirarse por primera vez al mar es muy cómico (—¿Dónde vives? —En el mar.), cada vez se usa este recurso de manera más gratuita. Casi como si se confiara en su repetición para hacer todo el trabajo.

Adherido a estos personajes está Raúl Arévalo. Quizás sea de los pocos personajes que puede caernos mal. De los primos, es el único que tiene intenciones dudosas. Claro, no puede nunca ser el blanco de los juicios morales de los espectadores porque está la terribilísimamente malvada Toña, quien tortura psicológicamente a su paciente. En cualquier caso aunque Raúl Arévalo nos resulte simpático durante casi toda la película la escena en el prostíbulo se convierte en alguien extremadamente casposo.

Inma Cuesta es una gozada verla en la pantalla. Está siempre guapísima. Se la ilumina para que así la veamos. Es un personaje de infinito cariño. Su rostro siempre recibe luces cálidas, luz blanda. Insisto, realiza muchas acciones gracias a que no se problematiza nada de lo que ocurre. Pero es de una finura la frase con la que se despide de su pretendiente: Las cosas que dije que no sentía no las sentía de verdad porque no me ha dado tiempo a sentirlas.


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