viernes, 28 de febrero de 2025

CONTRATIEMPO

Dir.: Nicolas Roeg
1980
117 min.

Antes de que nos ubiquemos en la película la no linealidad narrativa, la novia loca, el novio anodino, el salto de tono entre secuencias consecutivas me hacen acordarme de “¡Olvídate de mí!”. Cuando ya entran en harina las dos líneas narrativas reconocemos que la estructura de la película es bastante corriente. Hasta que la cosa no se complica me aburro un poco. Aún ella no es lo suficientemente desquiciada y él me resulta demasiado poco atractivo como para que la historia de amor me la crea.

Cuando empiezan a hacer preguntas al tipo acerca del intento de suicidio, tardo en creerme que ahí haya una trama de verdad. Uno le ve tan poquita cosa que no se espera que haya sido capaz de hacer nada. Entiendo que es la sorpresa con la que juega la película. El único elemento que nos permite observar que hay algo raro en las declaraciones de este hombre son las evasivas al situar temporalmente los sucesos. Quizás esto sea el significado del título, sobre todo del título original: “Bad Timing”.

De hecho es tan panoli que a veces nos cuesta creer. En lo que dura la película nosotros asumimos la promiscuidad de ella. La escena en la que utiliza su cuerpo para obtener un favor de unos desconocidos en Marruecos nos deja un tipo que sospecha que ella pueda hacer algo indecoroso con ellos. Este momento es de vergüenza ajena. Todos sabemos lo que ahí está ocurriendo y a él parece que le pilla todo de nuevas.

También es cierto que ella tiene tela. También en Marruecos él le pide matrimonio y ella ignora la pregunta. Cuando él le reclama que le haga caso contesta que no porque hay que disfrutar del momento presente.

El momento más desquiciado de la relación la verdad es que me gusta mucho. Ella gritando por la escalera del edificio ¡Quiéreme!. Ese polvo en mitad de la escalera con la eyaculación precoz de él… La breve discusión en el apartamento mostrando que hay algo súper enfermizo en esa relación… Cuando ella estalla me hace pensar en la pérdida de control en “La posesión (1981)”. El delirio de ella tiene como base un tema de fondo: que él es psiquiatra. De alguna manera él la está investigando más que teniendo una relación con ella. Esto me interesa bastante poco y de hecho sería un recurso demasiado fácil como para que captara mi interés. Pero creo que nunca tiene el suficiente peso como para que lastre la película.

La fotografía a veces cambia a contraplano. Otras veces la música es la que cambia bruscamente. Mismamente el foco… Todo ello busca que no nos comprometamos mucho con las narraciones. El montaje se permite saltar de escena a la que sea menester rápidamente.

Mientras que la actuación de ella en general es memorable, la de Garfunkel es algo difícil de valorar. Nunca consigue el atractivo con el que ella y la cámara le miran. Pero quizás sea parte de la gracia. Por su rostro atemorizado cuando estamos en la línea temporal de la investigación policial, me recuerda a José Luis Gómez Manzano.


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