domingo, 21 de diciembre de 2025

ANTES DEL ANOCHECER

Dir.: Richard Linklater
2013
104 min.

Al pensar en la trilogía el adjetivo que más fácilmente se nos viene a la boca es realidad. En esta tercera entrega vemos cómo el enamoramiento, que en las dos anteriores películas nos había emocionado tantísimo, no puede durar siempre. No se renuncia al amor, pero se nos muestra una situación muy amarga.

Como siempre en esta saga, lo principal que tenemos son conversaciones. La que pervive en nuestra memoria es la que mantienen en la habitación del hotel. Una conversación larguísima en la que las emociones fluctúan. Podemos percibir mucho esfuerzo por que la situación llegue a buen puerto. Hay una brechas de género absolutamente insalvables. Esa racionalidad siempre reivindicada por los hombres cuando una cierta misoginia no permite escuchar lo que la mujer quiere decir. Vista esta escena con mis ojos es fácil percibirla a ella como una desquiciada. Pero, a falta de una perspectiva femenina que lo corrobore, sospecho que esta escena está escrita poniendo mucho cuidado en no hacer esa valoración.

Muy bien retratado ese desprecio masculino hacia los sentimientos de ella cuando prácticamente la obliga a firmar los ejemplares de las novelas que narran su historia de amor. Del segundo libro no habíamos tenido noticias antes, pero en “Antes del atardecer” parecía que a ella le gustó que se narrara el romance de “Antes del amanecer”. Claro, entiendo que en aquel momento nadie la identificaba con esa historia.

La primera conversación entre ambos, en el coche tras volver de dejar en el aeropuerto al hijo de Jesee no pinta un panorama mucho menos emocionante que lo que esta trilogía había acostumbrado a ofrecer. Hay algún trozo hasta aburrido en esta conversación. Pero casi prefiero esa charla rutinaria que no la reacción que ella tiene, que será el conflicto principal entre los dos. Quizás puedo proyectar demasiado de mis discusiones de pareja al escuchar cómo ella toma un comentario en un acto comunicativo que él hace, planteando una idea, como si él quisiera sabotear su carrera profesional.

Puedo entender que el momento en el que él comenta la idea de mudarse a EEUU la dice en un momento que le impide a ella disfrutar de la recién recibida noticia del puesto de trabajo de sus sueños. Pero no dejo de empatizar con él cuando le expone los sacrificios que hace. Cómo su vida orbita entorno a esa familia. Por otro lado se expone también la problemática de las profesiones vocacionales, asociadas con la genialidad. En virtud de la cual el debe poder permitirse trabajar horas y horas en sus libros mientras ella tiene que cargar con un trabajo de oficia a tiempo completo y además invertir esfuerzo en ordenar la casa.

Me resulta absolutamente devastadora la idea de que el único periodo en el que realmente uno es libre es el que pasa entre que se independiza de sus padres y tiene hijos. Me resultan poco interesantes, porque no entiendo el rumbo que llevan, las charlas que tienen con las otras personas en la casa del escritor mayor. Ahí se ponen en diálogo la visión que tienen de la pareja personas en distintos momentos vitales. Pero es gente cuya historia no me interesa demasiado. Además a nuestros protagonistas ya se les ha prendido un incendio que se irá de madre en la habitación del hotel; tengo todo el rato la urgencia de abandonar esa mesa…

Aunque el final de la película nos permite abandonar la sala con una media sonrisa, lo cierto es que se han dicho cosas muy graves unos minutos antes. También hay una mirada que reconozco como masculina en tratar de quitar hierro al asunto con un juego divertido. Entiendo perfectamente que él quiera pasar una noche agradable con la mujer que ama. Pero tengo la sensación de que no deja de ser el retrato de un hombre que consigue apaciguar a una mujer desquiciada.

Como la naturalidad es algo que siempre elogiamos de esta trilogía no quiero dejar de señalar cómo se trata la desnudez del pecho de ella. Los encuadres se mantienen impertérritos ante sus senos. Algo que, cuando en otras películas no ocurre, llama poderosamente la atención. Pero es que además la película se desprende de las manidas actitudes de los desnudos de Hollywood. Acciones como taparse con una sábana o extraños pudores para estar en compañía de gente con la que se supone que hay confianza. Aquí se permite discutir con el pecho al aire, hablar por teléfono con naturalidad. Hacerlo además en momentos del todo descargados de erotismo.


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