sábado, 20 de diciembre de 2025

ANTES DEL ATARDECER

Dir.: Richard Linklater
2004
77 min.

Vuelve a ser una maravilla. En esta segunda ocasión se da más peso a los sueños románticos que en la primera película cumplían un papel meramente lúdico. Aquí el desencanto de los años hace que ambos tengan dentro una esperanza de que aquel encuentro que tuvieron en Viena pudiera convertirse en el inicio de su gran amor vital.

Hay algunos momentos en los que eso me genera un poco de disgusto. Aquí sobre todo el que es más ingenuo es él. Él es quien parece llevar una década obsesionado con ella. Por su parte Celine, por lo que se nos cuenta, está con este cóctel emocional porque acaba de leer el libro.

Pero olvidemos todo esto. Admiremos cómo la cámara sigue sus largos paseos por las calles de París. Cómo tenemos la sensación de haber visto un largo plano secuencia. A veces sí que se sostiene el plano una cantidad asombrosa de tiempo. Con la cámara a pocos centímetros por delante de ellos. Qué buenos actores son los dos. Qué naturalidad en las frases. Cómo me encanta ver la decepción en la cara de Jesse cuando ella dice no recordar la relación sexual que tuvieron sobre el césped de Viena. Es una gozada. Permitiendo que la comicidad tenga lugar, pero sin buscarla. Qué bonito cómo él tontea acerca de que podrían acostarse en ese mismo momento… Ya no tiene el juego que tenían los diálogos de la primera. Esa especie de hablar para divertirse que les hace disfrutar tanto.

He de decir que los diálogos que tienen en los que se explican mutuamente su vida me interesan bastante poco. Creo que los puedo excusar porque gracias a contarse las generalidades de su vida llegamos a saber que ambos convivieron en la misma ciudad, Nueva York, sin saberlo. Esto deja un momento que me parece desolador en el que Jesse nos narra que yendo en el coche de camino a su boda cree haber visto a Celine. Adoro que se permita este instante de magia.

La conversación en el coche quizás es la que tiene más carga. Ella por supuesto dice cosas que son un poco pueriles acerca de no creer en el amor. Que la lleva a plantearse si aquel romance de juventud estaba destinado a ser algo más. Esta idea a priori me genera rechazo. La puedo excusar por lo que mencionaba, que ella acaba de leer ese libro y le remueve viejas sensaciones. Pero la verdad es que es un texto que se dice con tan poco melodrama. ¡Qué suerte tenemos de que la película busque ser europea en vez de estadounidense!

Él aquí dirá que lo único que le hace feliz de su vida es su hijo. Percibo aquí un diseño de personaje pensado para generar candor en el corazón del público femenino. De igual modo que la cara, fenomenalmente interpretada, no digo que no, que nos ofrece cuando descubrimos que él sí asistió a la cita en el andén de Viena. Es una caída de ojos como la que acostumbra a hacer Ryan Gosling. Mientras él está penando en el coche tenemos un momento magnífico. Mientras él mira por su ventanilla, ella hace un amago de tocarle como el que él hace en la parte de atrás del tranvía en “Antes del amanecer”.

El final tan poco conclusivo… Esa sensación de que no hay nada predestinado, que la vida es larga y fluye. Ese plano en contrapicado en el que Celine nos encandila mientras imita a Nina Simone. Esos movimeintos, esa chulería, esa diversión. La cara que él le pone seguro de que va a perder su vuelo, pero convencido de que quiere quedarse en ese apartamento parisino… En ese cuarto se genera por fin una intimidad como la que habíamos visto en la primera película.

Antes de que la cámara entre a este último escenario hemos tenido un momento para dejar claro el ambiente que ahí se respira. Para ello hemos seguido a la pareja subir las escaleras de ese edificio. Entre ambos no hay cruce de palabras. Parece que cada cual está asumiendo la infidelidad que está ya muy cerca. Se consigue generar una tensión con una escena desnudísima y que nunca trata de ser incómoda. Casi podemos escuchar los pensamientos de ambos rumiando. Sin culpabilidades.


No hay comentarios:

Publicar un comentario