viernes, 19 de diciembre de 2025

ANTES DE AMANECER

Dir.: Richard Linklater
1995
101 min.

¡Qué cosa más bonita! ¡Qué oda al enamoramiento! Qué forma de no convertir esos sentimientos exaltados en promesas de nada romántico. No se nos quiere convencer de que esa pareja vaya a tener un feliz porvenir. De hecho constantemente se remarca que lo más probable es que eso no ocurra. Aun así se presenta ese torrente de sensaciones, esa aventura con toda su intrascendencia, y se permite disfrutar con todo lo que esos dos bellísimos personajes sienten. La fragilidad de ese momento les hace disfrutar de todo rabiosamente.

Qué cosa tan bonita ese primer beso en la noria. Qué actuación soberbia la de ella. Cómo le vemos a él paralizado ante esa chica. Casi se nos olvida toda la energía estadounidense con la que ha ido conduciendo la trama. De repente le vemos totalmente entregado a ese momento romántico… Es una absoluta gozada. La fotografía de la película no es particularmente bella. No presenta Viena más bonita de lo que es. No utiliza el entorno como en las últimas películas de Woody Allen. Sí, nuestros protagonistas pasarán por algunos edificios monumentales. Pero nunca permite que sea la arquitectura la que engrandezca la escena. Cuando por fin llega el alba y la cámara recorre los lugares que les han visto amuñuñarse estos son unas escaleras, un césped, unos palets… ¡Qué delicia!

También me gusta que entre los dos no crece nada que no nos creamos. Por supuesto la película se permite que todo les salga bien. Y me alegro que así sea. Pero digamos que hasta ahí llega la pérdida de verosimilitud. No se produce un cambio en ellos. Él no se vuelve un romántico. No se cae nunca en esa cosa vergonzante que veíamos en “Cuando Harry encontró a Sally (1989)”. Sabiendo que esta película pertenece a una trilogía es fácil pensar en la película de Rob Reiner aunque solo sea por una relación intermitente de dos personas.

No hay ninguna duda de que el alma de esta película son sus diálogos. El texto siempre es maravilloso, pero además la naturalidad de sus interpretaciones es otra maravilla. Es una naturalidad que nunca es naturalista. De alguna manera hace que veamos una ficción que nos la creemos mucho. No hay una sensación de estar asistiendo a un fragmento de realidad. Hay un diálogo que es una maravilla en un tranvía, ya en Viena. Están sentados los dos en los últimos asientos mientras juegan a hacerse preguntas. Es lo primero que se cuentan de sí mismos. Esto es un plano secuencia. Es muy largo y sostienen esa conversación con una solidez pasmosa. Vemos cómo él se sonríe de lo que ella dice, cómo aguanta la risa. Esta conversación es deliciosa.

Otra conversación que es sorprendentemente efectiva es la de dos austriacos que les invitan a ver una obra de teatro. De nuevo el texto está hecho con una precisión difícil de describir. Es lúdico, a la vez que tampoco trata de ser ingenioso. Los actores secundarios son divertidos…

El ritmo que lleva la película también me encanta. No se trata de una noche en la que se vayan cruzando a personajes, como ocurre en muchas películas noctámbulas. Ellos son los protagonistas y timoneles de su noche. Me gusta cómo crece su relación. Cómo crecen sus sentimientos. Cómo se permite dedicar diálogos en los que hablan de su breve relación. No de promesas futuras, se permiten hablar de lo que les ha disgustado el uno del otro. Se confiesan lo que sintieron en los primeros momentos. ¡Por favor esta escena en la que juegan a hablar por teléfono fingiendo ser el conocido al que primero cuenten esa aventura!

Qué bien esa despedida en el andén. Cómo me gusta que no se nos haya dirigido inexorablemente a ese lugar. Qué bien expresadas están los deseos que se tienen. Quieren verse, no quieren casarse, no se prometen nada. Cuando él menciona el matrimonio la película se asegura que no se dé lugar a que nosotros pensemos que es una posibilidad real…


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