viernes, 18 de septiembre de 2020

SED DE MAL

Dir.: Orson Welles
1958
108 min.

La primera secuencia es suficiente para elevar esta película por su virtuosismo. Está muy, muy medido todo cuanto ocurre y ocurren muchas cosas. Cerquísima de la cámara unas manos dan cuerda a una bomba que mete en un coche. Durante toda la película veremos coches descapotables y muy alargados; este diseño rima con el estilo pinup de la protagonista femenina. Hay muchas formas de encender una bomba, hacerlo con un temporizador con su sonido analógico les da una potencia inigualable a los siguientes minutos.

La cámara entonces vuela. Vuela por encima de un edificio y avanza dejando atrás y siendo adelantada por el coche que sabemos que va a explotar. Se cruzan carros, guardias de tráfico detienen el coche y manejan el flujo de peatones… Sin que sepamos muy bien de dónde han salido ni cuánto tiempo llevan ahí nos fijamos en dos personas que están constantemente al lado del coche. Estos serán nuestros protagonistas pero aún no lo sabemos. Aquí hay un momento mágico. La cámara es lo suficientemente tramposa para que no sepamos dónde mirar. Cruzan la frontera de México a Estados Unidos y… Explota.

La explosión es desmesurada. El coche bota ya en llamas. El resplandor, el humo, el fuego, una fuente que sin mucha explicación está en llamas… La escena se llena de policías. Los coches aparecen siempre con planos a la altura de las ruedas levantando polvo. La última persona en llegar a esa escena el imponente Hank Quinlan. No es sólo el enorme tamaño de Orwell sus planos siempre están en un contrapicado cuya perspectiva le ayuda muchísimo.

La cámara hace muchas peripecias. La cámara se hace notar después de la peripecia. Por ejemplo hay un ascensor muy pequeño con puerta de reja donde apenas caben 3 policías. El momento es ciertamente claustrofóbico. Cuando abandonan el habitáculo la cámara los sigue. Es algo completamente innecesario. Esa cámara sólo se mueve para que seamos conscientes que, pese a la estrechez, había un operario de cámara en el ascensor.

Técnicamente llama mucho la atención. La nitidez de la imagen es asombrosa. Además hay gran contraste entre blancos y negros. Recuerda al estilo de “Sin City” aunque en aquella película es mucho más exagerado. El momento donde más se juega con las luces es el asesinato de Grandi, este mafioso mexicano con ojos saltones, yo diría que pintados, peluquín, bajito y gran barriga. En esa escena hay una luz con un parpadeo muy lento que entra por la ventana. Esta escena culmina con la esposa de Vargas despertándose ante la mirada del cuerpo inerte e hinchado de Grandi.

El único escenario donde las luces no son tan agresivas es el local de Tanya, quien lee el no futuro de Hank. Ahí la cantidad de grises es mucho mayor. Aunque no me despierte mucho interés en este escenario se consigue construir un pasado para Hank perecido a lo que se intenta con desastrosos resultados en “Chinatown”. En el resto de los escenarios las luces son muy duras y los personajes proyectan unas sombras muy largas y perfiladas. Hay una discusión entre Quinlan y Vargas en un amplio hall. Cada vez están más lejos de la cámara pero sus sombras siguen enormes.

La última escena es soberbia. Se descubre a Hank como un tramposo por haberse dejado su bastón en la escena del crimen que él ha cometido. No es una gran mente que ha cometido un fallo. No seríamos capaces de creernos que alguien como él cometa ese error. Es un ser malvado, borracho, sabiéndose acabado. Entonces Vargas le persigue escuchando por una radio lo que el micrófono que lleva su compañero le permite oír de Hank.

El ruido se ha trabajado mucho a lo largo de la película hasta llegar aquí. Hemos tenido la habitación llena de la música que intenta hacer enloquecer a la mujer de Vargas, peleas con gran estruendo… Aquí la escena es muy silenciosa. Hank en un delirio brillante trata de oír a Vargas a su alrededor. Oye el eco de su voz en la radio de Vargas. Oímos los sonidos abstractos que emite esa radio. La imagen es una maravilla. Cuando por fin mata a su compañero Vargas aparece detrás de él. Pasa al lado de Hank y éste le ignora por completo.

En esta escena se ha andado desde un pozo petrolífero signo del poder y grandeza a un río lleno de basura. Es ahí donde muere este policía corrupto.

Si algo se puede criticar es al mozo de noche del motel donde se hospeda la esposa de Vargas. Ese tipo no hay nadie que se lo crea. A pesar de ello hay algo en su forma de moverse hipnótico. Está interpretado por el protagonista de “El diablo sobre ruedas”.


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