jueves, 3 de septiembre de 2020

TENET

Dir.: Christopher Nolan
2020
150 min.

¡Nolan por fin ha conseguido una película donde puede contar todo dos veces! Es algo que más o menos se asume cuando vemos una película de Nolan. Hay que admitirle que consigue resultados visuales muy buenos. Hay ocasiones en las que simplemente incomoda al espectador. En particular la primera vez que aparece un torno. La primera vez que aparece un torno ocurren varias cosas.

Primero el antagonista dice una frase que a mí me pone nervioso. Sentencia: tienes que estar muy atento a los detalles. No está claro a quién se lo dice. Bueno sí está claro. Se lo está diciendo al espectador. También hay un juego de luces muy poco interesante para ayudarnos a distinguir qué habitación es la entrada al torno y cuál es la salida. Es la primera vez que se hace un viaje en el tiempo y Nolan nos advierte. Esto le ocurre por su obsesión con romper la narración lineal. Es algo que lleva intentando desde “Memento” y aún no ha conseguido por más que repita. La película está contada de forma lineal. Se aprovecha de una carencia suya como director para intentar hacer más intrincada la película: nunca termina una escena. Las transiciones nunca nos dan un plano en negro, nunca cambia la música… De esta forma consigue cansar la tensión como sólo él sabe y, saltar de un lugar a otro de la trama sin llevarse al espectador con él. Nolan salta y el espectador tiene que salir corriendo detrás de él.

Encontramos en esta película mucho diálogo. La primera parte no tiene otra cosa. Se habla un montón, se explican cosas medio físicas para tratar de dar alguna importancia a la trama. Se habla de una Tercera Guerra Mundial, de una guerra del futuro contra el presente, cambio climático, se dice la palabra Tenet sin venir a cuento y para hacer explícito el palíndromo en la película. Hay falsificaciones de cuadros de Goya, se menciona a un falsificador que nunca tiene ninguna importancia en la trama. Toda esta primera parte me sobra muchísimo. Son muchos datos que marean sin llevar a ningún sitio. Todo con una música tensa, por suerte se ha deshecho de Hans Zimmer, como si cada encuentro fuera decisivo. Además hay un montaje vertiginoso. La cámara siempre quiere enfocar a quien está hablando y esto le lleva a unos planos rapidísimos. Esto en cuanto a las escenas de diálogo. En cuento a las escenas de acción, hay este miedo a mantener la atención en un punto, pero en la acción no es tan grave.

Cuando la película ha terminado de platearse (después de mucho rato). Entramos a la acción y aquí sí hay que aplaudir a Nolan. De ejecución impresionante y de reconocible ambición. Es curioso ver la pelea entre una persona que va hacia delante y otra que va hacia atrás. Y digo curioso, estéticamente es bastante feo. Pero no más feo que contar la misma pelea dos veces. Hay 3 momentos que son impresionantes. Hablo del atentado con el avión, la pinza al camión que transporta el material radioactivo y la doble explosión del edificio en Rusia. Ver un avión en tierra, a una velocidad lenta y constante destrozando un aparcamiento, farolas y, finalmente una terminal es impresionante. Mientras esto ocurre van cayendo lingotes de oro. Esto último no es muy estimulante.

La pinza al camión probablemente sea la escena magna de la película. Cuatro tremendos vehículos atrapan un camión que hay que robar. Pero lo hacen de forma que la policía que lo custodia no deje de moverse y que nadie pueda abandonar su vehículo. Nolan se cuida mucho de poner cámaras en tantas partes como sea necesario para convencernos de que lo que vemos en pantalla ha sucedido. De hecho el plano del protagonista en la escalera de bomberos no tiene otro objetivo. Antes de que empiece esta escena hay una música electrónica chirriante, estridente. Al escucharla me he alegrado enormemente, eso nunca lo habría hecho el pulcro de Zimmer. Hay un punto que no me gusta de esta escena, pero no es culpa suya. Cuando se habla de la pinza temporal siempre se recurre a esta escena para usarla de paralelismo. Un paralelismo muy forzado.

En cuanto a la explosión del edificio en Rusia es una maravilla y para sorpresa mía no hay un gran regodeo en esa imagen. Es cierto que estamos en una escena hipervitaminada, con movimiento por todas partes. Un equipo dispara a un edificio a la vez que el otro. Pero un equipo se mueve adelante en el tiempo y el otro hacia atrás. Consiguen así que el edificio esté demolido todo el tiempo que dura la pelea. Es una maravilla. El escenario de esta escena me da bastante pereza. Parece sacado de las imágenes del asesinato de algún talibán. Es un desierto con edificios en ruinas, como si se hubieran construido expresamente para estar en ruinas.

El protagonista tiene muy poco a su favor. De hecho en ocasiones ni siquiera la fotografía está de su lado. Como Nolan quiere ser el más oscuro del mundo utiliza unos colores apagados que pueden hacer difícil de ver la cara negra del protagonista. Además de eso tiene que competir contra un muchísimo más carismático Robert Pattinson o una enormísima Elizabeth Debicki. Nolan le regala una pequeña escena de entrenamiento en un molino eólico en mitad del mar. En vez de hacer dominadas a 2 metros del suelo, las hace a 20. Ningún sentido, pero más llamativo.

En el final se revelan algunas cosas que ya nos habíamos imaginado todos. Esa cuerda que sale de una mochila para reconocer a Rober Pattinson es lamentable. Esa revelación que da más importancia a John D. Washington… no hacía ninguna falta. En cualquier caso no hay un gran momento alrededor de esta despedida como en otras películas de Nolan.


No hay comentarios:

Publicar un comentario